Argentino volvió a perder, pero esta vez recibió una buena noticia: el campeonato terminó y, al menos hasta agosto, cuando comience el próximo, su promedio dejará de seguir desinflándose como un globo. El 4 a 1 que le asestó Armenio, al cabo, redondeó una campaña pésima en los números y olvidable en el nivel de juego. José Luis Gianmaría, el cuarto técnico del equipo en el torneo, evitó los eufemismos y, con la derrota consumada, le dijo a Ovacion lo que es un secreto a voces: "Si para el torneo que viene el club no contrata unos siete refuerzos más o menos valiosos, este equipo se va a la C". El diagnóstico de Gianmaría, cuyo contrato finalizó con el partido de ayer y difícilmente continúe en el club, es tan crudo como realista. Pero no se agota allí: Argentino está sumido en una dura crisis económica, por lo que depende del repentino desembarco de algún mesías para conseguir fichajes relevantes. Lo más probable, entonces, es que al próximo campeonato lo juegue con este plantel que perdió 26 de los 38 partidos que jugó. En Ingeniero Maschwitz, los salaítos desnudaron una vez más toda su fragilidad colectiva. Su tibieza del primer tiempo fue tan notoria que motivó comentarios de asombro de los agradecidos plateístas locales. Armenio dominó el desarrollo casi a voluntad, presionando y ahogando a Argentino, y dejándoles la pelota a los criteriosos Cisterna y Eduardo González. Argentino oscilaba entre el desconcierto de algunos, las desconcentraciones de otros y los esfuerzos de Massa y Corman por enmendar las fallas de sus compañeros. El cero duró poco: a los 10' Cisterna ejecutó un tiro libre y la puso en un ángulo, ayudado por la presencia en el palo izquierdo de Jaime, uno de los dos más bajos del equipo. Ocho minutos más tarde, Gómez tocó hacia atrás y no hizo más que servírsela a Sánchez para el 2-0. En el entretiempo Gianmaría ordenó los ingresos de Pusineri y Pedernera por los improductivos Gómez y Tombolini. Las variantes fortalecieron el ataque salaíto, lo cual, sumado a una actitud más combativa, al menos contribuyó a equilibrar el juego. Así y todo, Navarro marcó el tercero sobre los 8'. Después de merodear tres veces el descuento, Argentino se puso 3-1 con un cabezazo de Palasesi. Hubo un atisbo de reacción, no más que eso. Hasta que Armenio retomó la calma, controló la situación y aumentó con un frentazo de Sánchez, verdugo de una defensa que lo miró y lo dejó hacer en un córner. Los pibes de Argentino eran el rostro de la desilusión. Pero la culpa de este oscuro panorama no es sólo de ellos: también es de los dirigentes, responsables principales del complejo estado en que se encuentra el club.
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