-¿Cómo se sintió al volver al Festival de Cosquín? -Volví para ofrecer un homenaje a don Atahualpa Yupanqui, pero me sentí muy defraudada porque con el tiempo fueron muy mezquinos. Me habían dado 12 minutos, que significaban tres canciones: al terminar la segunda canción imprevistamente cortaron el micrófono y apagaron las luces y me dejaron ahí. Para mí fue una falta de respeto, mucho más hacia el maestro, ya que se trataba de un homenaje a él. Me sentí triste y mal. -¿Cómo se siente con una crítica que la elogia y pocas oportunidades de trabajo? -Por un lado nos sentimos muy confortados y respaldados; muy agradecidos. Por otro es una especie de regla de juego: cuando entra el índice de marketing y de productos del mercado y todos esos términos dentro de la cultura es como que ya no hay cabida. Así está sucediendo con nuestra música y sinceramente no le vemos una salida rápida a todo esto. -¿Su último disco, "Canto de nadie", apunta a rescatar valores olvidados? -El panorama es preocupante porque en la medida en que los artistas de mi generación vayan desapareciendo, no vemos la posibilidad de que haya gente joven que siga por esta huella. Los jóvenes están muy incentivados para ganar dinero. Siempre digo que los jóvenes de los 60 no queríamos ganar dinero sino cantar y hacernos escuchar. Recuerdo las peñas de épocas de estudiantes en El Hornero. Cada uno cantaba lo de su provincia y era muy puro. -¿Ese apuro deja cosas por hacer? -Claro que en ese camino se pierde la carga, esa carga preciosa que uno trae para entregarle a los demás. -¿Qué relación tuvo con Chacho Muller? -Lo conocí a través de Tucho Spinassi, que fue un querido amigo de mis años de estudiante. En esos tiempos me animaba más con el piano que con la guitarra y tuve una amistad muy fraternal con Chacho a quien admiro mucho y es un talento extraordinario. Juntaba al poeta y al músico en un altísimo nivel. -¿A qué atribuye los elogios de Yupanqui, que no era pródigo en ese aspecto? -El maestro era bastante duro en ese sentido. Me escuchó cantar en Pergamino, se interesó mucho por mi trabajo y me dijo: "Escríbame y cuénteme sus sueños". Creo que él vio en mí lo que yo, por mi juventud, todavía no había visto. Yo sentía una total identificación con su poesía y con su música, con ese despojamiento que tanto tiene que ver con nosotros, la gente de la pampa húmeda. ¿Como se distingue lo nostalgioso de lo bueno que pasó? -Eso salta a al vista mirando para atrás. ¿Quiénes son los artistas de mayor envergadura que tiene la Argentina? La gente que sigue vigente es la que nos representa en el mundo entero, entonces lo de aquella década del 60 no fue un ensueño. -¿Alguien podría repetir hoy la consigna "La imaginación al poder"? -(risa) Creo que no. Pero no quiero ser pesimista. Quiero creer que de todo este caos aparecerá la luz, algo que nos ayude a seguir en el camino.
| La folclorista recuerda con calidez su paso por Rosario. | | Ampliar Foto | | |
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