-¿De qué trata "Ulises, una teoría del silencio"? -Es una obra que escribí basándome en un momento de "La Odisea", cuando Ulises decide enfrentar el canto de las sirenas. El personaje está anclado en un lugar desconocido, no sabemos si es un barco o un viejo depósito de trastos, y ha estado durante toda su vida grabando los sonidos y los silencios del mundo. Tiene un registro impresionante de todas las formas de sonidos y silencios y ese es su modo de percibir el mundo. Aunque Ulises espera durante toda la obra poder encontrar y grabar a las sirenas. Este Ulises no viaja por el mundo sino que el mundo viaja a través de él. -¿La obra es un unipersonal? -Durante toda la obra, Ulises dialoga con otro personaje que no tiene presencia física sino sonora. Es un ruido que llega desde un parlante. El público jamás entiende lo que dice el ruido, pero Ulises sí. Es como si fuera su compañero de viaje. Fue compuesto por Carlos Casazza y funciona como una banda de sonido. -¿Cuál es la génesis de esta obra con sonidos? -Hace tiempo estaba escribiendo una obra y se me apareció la imagen de un hombre, una especie de Funes, el memorioso, de Borges. En este caso el tipo puede dar cuenta del mundo a través de grabaciones. Es una obsesión que arrastra en su vida después de haber escuchado millones de sonidos. Pero aún le falta escuchar algo sustancial y fundante: su propio silencio. -¿Cómo lograron enlazar con Chiqui González, la directora, esta trama de sonido y actuación? -Ensayé durante mucho tiempo acompañado solamente por el sonidista, el otro personaje, de consola, "interpretado" por Alejandro Guirlanda. Después le mostré a Chiqui lo que había hecho y ella fue acercándome a zonas más profundas. Chiqui fue a mi lado reescribiendo el espacio escénico, reinterpretando el cuerpo ficcional de la obra. Ella me ayudó a que la estructura dramática sea más coherente y más creativa. -La obra suena a poco popular... -El año pasado hice un ensayo abierto. La obra es un planteo filosófico, existencialista, que asume los planteos de Samuel Beckett y Franz Kafka. Es un espectáculo poético que dificulta el entendimiento del público masivo, pero por otro lado es una historia muy sencilla, un cuento: hay un hombre que espera algo, grabar a las sirenas y punto. Detrás de todo esto hay una metáfora sobre la construcción del silencio, sobre la dificultad de escuchar, sobre el ruido constante que atenta contra el trabajo de conocerse a uno mismo. - ¿Fue muy diferente la idea original de la puesta en escena final? -Cuando terminé de escribir el primer borrador de esta obra me di cuenta que la quería actuar, que el cuerpo lo quería poner yo. Y cuando la comencé a actuar me pareció un texto desconocido, como si lo hubiera escrito otra persona. A tal punto que Chiqui siempre dice: "En vos el actor se venga del escritor".
| Guirado actúa a las 22 en el CEC, bajada Cabral y el río. | | Ampliar Foto | | |
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