| | Luego de dos mil años, los hijos de Abraham continúan peleando "Maten a los árabes", claman los colonos judíos por la muerte de sus niños
| Virginia Quirke (*) Ewen Macaskill (*)
Hebrón. -Cada negocio palestino alrededor del mercado en Hebrón ha sido pintado con una estrella negra de David y una frase hebrea que dice "Maten a los árabes". David Wilder, portavoz de un pequeño grupo de colonos judíos en esta ciudad de aplastante mayoría palestina, dice que las pintadas fueron hechas por los niños judíos que, a diferencia de los adultos, no ocultaron sus sentimientos ante el doble crimen. "Si mi hija saliera y pintara la estrella de David en una casa árabe, no me sorprendería", comentó Wilder. "Si ella lanzara una piedra contra una casa árabe, le diría que no es lo correcto. Pero en tiempos de guerra pienso que esa pintada es una reacción bastante suave". La hostilidad a los palestinos es común entre los 200.000 colonos judíos que viven -ilegalmente- en Cisjordania y la franja de Gaza. Los sentimientos de los palestinos son recíprocos. Esta animosidad condujo, el 9 de mayo pasado, al asesinato a pedradas a dos adolescentes israelíes en Tekoa, norte de Hebrón. Aún en el marco de muerte y violencia criminal diarias del conflicto israelí-palestino, la bestialidad del acto, que incluyó la mutilación de los niños, produjo un shock en Israel. Los adolescentes muertos eran Kobi Mandel, de 13 años, que había emigrado desde los EEUU hace cinco años, y Yossi Ishran, de 14. Salieron de su colonia cerca de Belén para explorar unas cuevas próximas. Wilder, de 47 años, que porta un revólver, comentó: "Estropearon a esos chicos a tal extremo que no se los podía identificar. Es como la masacre de los judíos en Hebrón en 1929. Nada ha cambiado. Son animales". Wilder tiene hijos, dos de los cuales casi fueron asesinados hace seis semanas, cuando un tirador palestino ubicó un espacio entre en las bolsas de arena que protegen las ventanas de su casa y disparó tres veces. Incluso en Israel se mira a los colonos como los de Hebrón como casos especiales. Los 500 colonos de este asentamiento han optado por vivir rodeados de 120.000 palestinos hostiles, algunos de los cuales regularmente disparan sobre el asentamiento judío desde las colinas circundantes. Colonias como éstas, dispersadas a través de Cisjordania y la Franja de Gaza, originadas en parte por un deseo religioso de volver a la tierra bíblica de Judea y de Samaria (designación del Viejo Testamento de los territorios palestinos) y en parte por la perspectiva de adquirir tierra a bajo precio, han surgido como el obstáculo principal para alcanzar un acuerdo de paz. Wilder, que como muchos colonos proviene de EEUU, desea una acción más dura del gobierno y el ejército israelíes contra los palestinos: "La mentalidad árabe sólo reconoce la fuerza y desdeña la debilidad. Cuando uno muestra cualquier debilidad, el árabe lo desprecia y se aprovecha". Los colonos residentes en Cisjordania se muestran determinados a no dejarse intimidar ni a abandonar sus posiciones. "Nuestro dolor no se debe confundir con debilidad. Nos mantendremos de pie y prevaleceremos en este conflicto", advirtió Amiel Ungar, residente del asentamiento de Tekoa y amigo de ambas familias enlutadas. "Esta es tierra judía, y permaneceremos en ella". La reacción en el lado palestino consistió en expresar dolor por las muertes de los dos adolescentes, pero al mismo tiempo recordar el alto precio en vidas que los palestinos están pagando en este conflicto. Ghassan Khatib, director palestino de los medios de comunicación en Jerusalén, comentó: "La manera en que fueron muertos (los niños israelíes) da de los palestinos una visión bárbara, pero ¿Es el asesinato de civiles palestinos con sofisticados tanques y helicópteros algo diferente? ¿Es un modo de asesinar más civilizado?". El alcalde de la aldea palestina de Tekoa, Suleiman Abu Mussishair, dijo que los colonos no tenían ningún derecho de estar allí. "Esa tierra pertenece a la gente de mi aldea", aseguró, "y tengo los papeles para probarlo". Abu Mussishair agregó que su aldea sufría nuevamente un bloqueo israelí. Los militares israelíes arrestaron a diecinueve aldeanos, algunos de ellos pastores que llevan sus rebaños a las laderas de las colinas. Los bulldozers israelíes han estado demoliendo sus propiedades para ampliar la colonia judía. Los palestinos dicen que la Intifada fue encendida por la frustración ante la continua extensión de establecimientos israelíes en los territorios que ellos demandan para su futuro Estado independiente. Estos racimos del casas con techos de tejas rojas dispersas a través de Cisjordania y Gaza, erigidas en territorios capturados por Israel en la guerra de 1967, se están convirtiendo en el foco de atención de los militantes palestinos y también reclaman la atención internacional. Los palestinos creen que si no pueden expulsar los asentamientos de los colonos, de todos modos su estado embrionario no los hará viables. Por más de dos décadas, Evita Binstock, nacida en Inglaterra, ha vivido con su familia en una colonia del oeste de Cisjordania. Viven detrás de capas de bolsas de arena en la línea fronteriza de Psagot, que pasa sobre la ciudad palestina de Al-Bireh-Bireh, un suburbio de Ramala. Binstock es crítica de lo que ella ve como excesiva moderación del primer ministro israelí Ariel Sharon. "Contamos con las armas. Podríamos calmar esta Intifada en algunos pocos días si lo deseamos, pero atan las manos de nuestros soldados". Para la madre de 43 años de edad de ocho hijos, cualquier tentativa de congelar o de desmontar colonias es una mala respuesta al conflicto en curso. "Están los que demandan que estamos ocupando ilegalmente Judea y Samaria", explica, "pero si no estuviéramos aquí, los árabes asumirían el control total, desde el valle del Jordán al mar". Nacida en Londres, Binstock acudía a una escuela judía en la ciudad de Camden, en la que las pupilas encubrían su carácter de judías por propia seguridad. "Me decían que ocultara mi cadena con la estrella de David dentro de mi blusa. Me sentía como una extranjera en Inglaterra". A los 18 años terminó la escuela, consiguió su primer trabajo como secretaria y reunió el dinero para pagar el viaje a Israel, donde esperaba sentirse en casa. Veinticinco años más tarde, vive en un asentamiento en Cisjordania obsesionada por la seguridad de sus niños. Meron Benvenisti, ex alcalde de Jerusalén, dice que nada se aprendió de la carnicerías de los meses pasados. "Desafortunadamente esto refleja la realidad. Hemos vuelto a las épocas antiguas". "Nos maravilla en qué siglo estamos. Parece que hemos vuelto atrás dos mil años, a la época de Isaac e Ismael, los hijos enemistados del patriarca Abraham". (*) The Observer
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