| | El agua y los bebés
| Hace un par de años, la Academia Americana de Pediatría insistía en que los bebés no necesitaban beber agua hasta el momento en que comienzan a ingerir sólidos. Por su parte, el Centers for Disease Control and Prevention de Atlanta, Georgia, aseguraba que el agua "puede ser dañina para los bebés, porque los riñones de los recién nacidos no poseen la capacidad de regular los niveles de sales necesarios en la sangre". La "intoxicación" del bebé con agua, sostenía, puede concluir en convulsiones y algunos de los síntomas más leves son: letargo, palidez, hinchazón y temperatura más baja que la normal. Sin embargo, el Instituto de Nutrición y Bromatología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España investigó la importancia del tipo de agua utilizada en la preparación de alimentos infantiles para la nutrición del lactante. El trabajo comprendió un análisis comparativo de la composición de biberones preparados con tres fórmulas infantiles de primera infancia y utilizando cada vez un agua mineral diferente. Los resultados revelaron que la utilización de aguas duras en la reconstitución de fórmulas infantiles, aunque prácticamente no modifica el contenido de potasio, puede incrementar considerablemente el aporte de otros minerales. Por tanto, la utilización de aguas duras en la preparación de alimentos infantiles implica proporcionar al niño cantidades muy superiores a las recomendadas de estos elementos. Por el contrario, las aguas minerales débiles apenas incrementan el contenido de las fórmulas infantiles y deben aconsejarse para su reconstitución. Sin embargo, según los resultados, parece que ninguna de estas aguas supone un riesgo para la función de los riñones, ya que la carga renal potencial de solutos depende fundamentalmente de las proteínas de la fórmula infantil, y no del agua. Lo recomendable sería consultar con el médico pediatra acerca de la calidad del agua de la zona donde se habita.
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