Año CXXXIV
 Nº 49.118
Rosario,
miércoles  16 de
mayo de 2001
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Cálculos urinarios y las ondas de choque

Se estima que en nuestro medio, la frecuencia de la litiasis renal es aproximadamente entre el 8% al 10% de la población. El paciente que ha tenido o eliminado un cálculo tiene un 80% de posibilidades de volver a formarlo en los próximos 20 años, y entre un 15% y 20% requieren internaciones por complicaciones.
Una prevención común a todos los tipos de cálculos, cualquiera sea su etiología, es la cantidad de líquidos que se eliminan por día; cuanto mayor sea, menores probabilidades de formarlos. Esto se logra cambiando hábitos, y no sólo tomando líquidos en las principales comidas, sino entre ellas y antes de acostarse.
Con el objetivo de prevenir las recaídas los pacientes con cálculos que tienen alteraciones metabólicas deben tener en cuenta que será necesario modificar sus hábitos alimenticios. Ejemplo de esto son los que hacen cálculos de oxalato de calcio o de ácido úrico, que se ven obligados a restringir la ingesta de carnes (y no solamente de carnes rojas).
La eliminación espontánea de una "piedrita" depende básicamente de dos factores, uno es la superficie del cálculo (si es liso sale más fácil), y otro su tamaño. En general se considera que los menores de 5 mm. pueden salir espontáneamente.
La tendencia actual para la extirpación de cálculos es buscar métodos no invasivos (menos agresivo para el paciente) y con menor número de complicaciones.
En el mundo el tratamiento de elección es la litotricia extracorpórea por ondas de choque en la que el paciente recibe a través de la piel ondas electrohidráulicas que se concentran sobre el cálculo y lo fragmentan. Luego se eliminan espontáneamente.
Le sigue la ureteroscopía retrógrada a la que se puede acceder por cavidades naturales (primero vejiga y luego al uréter) con aparatos muy delgados dotados de sistemas ópticos que permiten llegar al cálculo, fragmentarlo y extraerlo.
Por último la nefrolitotomía percutánea, en la que se practica un orificio en la zona lumbar, luego se perfora el riñón y así se puede acceder a las cavidades del órgano para extraer los cálculos.
Los cálculos ubicados en el tercio superior y medio del uréter son tratados con litotricia extracorpórea por ondas de choque; pero si estos son de más de 3 cm u ocupan gran parte del riñón, deben eliminarse con métodos percutáneos (con una punción a través de la piel). En tanto, aquellos ubicados en el tercio inferior del uréter y de la vejiga, se extirpan mediante litotricia endoscópica.
Estas nuevas técnicas posibilitaron descender notablemente el porcentaje de pacientes que deben someterse a una cirugía convencional. Cada uno de estos métodos tiene sus indicaciones precisas, y a veces se complementan. La idea que predomina es la de elegir en primer lugar el menos agresivo para el paciente, por ello la litotricia extracorpórea con ondas de choque es en general la preferida.
Esta tendencia quedó evidenciada en oportunidad del XV Congreso de la Sociedad Europea de Urología, realizado en abril pasado, en Suiza, donde los especialistas reunidos coincidieron en la importancia de un diagnóstico preciso y en ofrecer un tratamiento adecuado a cada paciente.
Bautista Ferrer, Orestes Gabriel Moya y Pablo Gerardo Weiss


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