La Conferencia Episcopal Argentina difundió ayer un durísimo documento en el que advirtió el "creciente divorcio" entre la clase política y la gente, que lleva a la ruptura de los "vínculos sociales". Luego de insistir -como lo dijo luego el arzobispo de Rosario Eduardo Mirás- en que ellos sólo dicen "en voz alta el reclamo del pueblo", las máximas autoridades de la Iglesia aseguraron que "la crisis de la escala de valores de la clase dirigente, y su resonancia en las instituciones, hace peligrar la identidad e integridad de las personas y de la propia Nación". Luego señalaron que los "graves y realmente preocupantes" problemas económicos del país generan "la persistencia y extensión de la pobreza y el desconcierto de los dirigentes". Los obispos plasmaron el crudo diagnóstico sobre la realidad del país en un documento de 14 puntos titulado "Hoy la patria requiere algo inédito", que dieron a conocer al término de la 81ª Asamblea Plenaria del Episcopado, que estuvo sesionando desde el pasado lunes. La dura admonición de la Iglesia produjo una tibia reacción en el gobierno. Ayer el presidente Fernando de la Rúa consideró "muy valioso" el documento y que es "un mensaje que todos debemos escuchar y atender para ser mejores en la vocación de servicio". "Debemos agradecerlo como un mensaje constructivo para afirmar la esperanza, los valores comunes y el llamado a actuar con grandeza en estos tiempos difíciles", remató el jefe del Estado. Los puntos salientes del texto de los obispos son los siguientes: * La democracia olvidó su misión de recrear la sociedad argentina que había sido enfrentada y herida por desencuentros y luchas fratricidas. Estos años debieron ser el momento de la política que, como necesaria mediación al servicio del bien común, propusiera a todo el pueblo y ejecutara esperanzas razonables. * La acción política, uno de los más nobles servicios al hombre y a la sociedad, parece esterilizarse por la afanosa búsqueda personal y sectorial de poder y riquezas, y pervertirse cuando grupos económicos o financieros la hacen instrumento de sus intereses. * Los partidos políticos se están desdibujando. No se percibe en ellos una adecuada y clara escala de valores que los rijan. Han dejado de ser escuela de civismo e instrumento de selección de los mejores y los más aptos para los cargos públicos. * Por su extensión en el tiempo y por su intensidad, la crisis de la escala de valores que padece la dirigencia y su resonancia en las instituciones hace peligrar la identidad e integridad de la Nación. Crisis que también fluye hacia el resto de la sociedad, a lo que colabora el empobrecimiento de la educación y la poderosa invasión de la cultura comunicacional. * Los problemas económicos son graves y preocupantes. Pero más que los indicadores económicos, lo que nos hace percibir la gravedad del problema es la persistencia y extensión de la pobreza del pueblo y el desconcierto de los dirigentes. * La sociedad reclama un orden justo que logre desligar a la República de las imposiciones de los grupos de poder, internos y externos al país, y que impida el avasallamiento de la dignidad propia de todo ser humano. u Es necesario que todos nos convirtamos, especialmente los dirigentes, evitando el creciente divorcio con el pueblo y dejando de lado, para siempre, la búsqueda de privilegios personales o sectoriales. Es necesario recrear la política como principal instrumento de gestión del bien común. u Dado que la crisis afecta a los vínculos sociales, se hace necesario que, con imaginación y creatividad, todos participemos en recomponerlos. Hoy la Patria requiere algo inédito.
| Karlic, Bergoglio y Mirás, tres de los firmantes. | | Ampliar Foto | | |
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