Banfield, con un rato de inspiración de su armador José Luis Sánchez, le sacó amplias ventajas a Quilmes, pero finalmente debió conformarse con una victoria ajustada por 2 a 1 en la primera final de Primera B Nacional. En el arranque, Quilmes sorprendió al local al adelantar su línea de fondo, con presión en el medio y subida de los laterales. Pero Banfield soportó el asedio y lo levantó después de diez minutos. No conforme con eso, pegó enseguida y se puso en ventaja, coincidentemente con la primera aparición de Garrafa, ingeniosamente corrido por el técnico Ramón Ponce a posición de extremo derecho para sacarlo del poco espacio que los volantes rivales le dejaban en el medio de la cancha. Garrafa se mostró por primera vez por la derecha. Dejó atrás a Fernando Clementz y cuando ya la pelota llegaba a la línea de fondo alcanzó a controlarla con la derecha, para tocarla de zurda al medio del área chica para el derechazo definidor del Gatito Leeb. De allí en más, Banfield, entonado anímicamente y con Sánchez haciendo exquisiteces como extremo derecho, pasó a la ofensiva ante un Quilmes que perdía toda la compostura y daba peligrosísimas ventajas en defensa. El local volvió a cristalizar su dominio en la red, otra vez a partir de Sánchez. Un zurdazo suyo, nuevamente desde el sector derecho, cruzó toda el área y a la altura del segundo palo apareció Rubén Forestello, ganador en lo alto, para clavar el segundo de cabeza. Con mayor o menor intensidad, y dentro de un juego muy fuerte que desbordó al árbitro Héctor Baldassi, Banfield siguió controlando las acciones, incluso ya en la primera parte de la segunda etapa, ante un Quilmes que perdía todas las pelotas divididas y no tenía fuerza para progresar en ataque. Sin embargo, de pelota parada, llegó inesperadamente el descuento quilmeño. La jugada se inició en el único acierto en la tarde de Adrián Giampietri, quien fue derribado por Javier Sanguinetti a unos cuatro metros fuera del área. En la ejecución tocaron levemente Elvis Sá y Alejandro Domínguez para que Clementz descontara con un zurdazo cruzado y bajo. El gol obró como un fuerte envión anímico para Quilmes, ante un Banfield desconcentrado, que comenzó a perder la pelota, pero pasada la media hora los dos equipos parecieron conformarse, uno con la victoria y el otro con el hecho de haber quedado a tiro para el desquite, a pesar de haber sido superado con amplitud en el juego.
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