Fueron 24 largas horas, pero podrían haber sido muchas más si no fuera porque la entrega de turnos de bendición se adelantó un día. Los primeros fieles llegaron preparados para esperar: llevaron mate, comida y hasta colchones, y se fueron con el número en la mano antes de lo esperado. Más de diez mil fueron los afortunados, y hoy se estima que serán muchos más.
Cuando el padre Ignacio anunció ayer que se empezarían a entregar los ya tradicionales turnos los primeros en llegar a la parroquia Natividad del Señor respiraron aliviados. Es que la entrega estaba prevista recién para hoy, pero la multitud obligó a anticipar la agenda.
El gran número de gente que convoca el padre Ignacio es una postal que se repite año tras año. Los organizadores arriesgaron cifras que superaban los 50 mil, y no estaban tan errados: el polideportivo de barrio Rucci desbordaba de gente y el predio de la parroquia no dejó de recibir fieles durante toda la jornada de ayer.
La entrega estuvo perfectamente organizada. Las más de 500 personas que se ocuparon del operativo no dejaron nada librado al azar: los asistentes que llegaban eran trasladados al polideportivo, y luego -en grupos de cien y encolumnados entre dos sogas- eran llevados a la parroquia. Trabajo, salud y paz fueron nuevamente los pedidos principales de los fieles, pero muchos se acercaron también para agradecer. Y no faltaron los seguidores del sacerdote, que siempre están.
Decir "vine de Paraná o de Santa Fe" ya no causa sobresaltos. Gente de Mendoza, Formosa, Tucumán, Chaco y Buenos Aires se sumó a la cola para recibir un turno del padre, quienes se sorprendieron cuando se enteraron que había personas hasta de Paraguay y Uruguay.
Pero viajar desde tan lejos, les trajo ciertos beneficios: más allá de la "paciencia" que les pidió Ignacio, fueron bendecidos durante las jornadas de entrega de turnos.
Con canasto en mano, silla y hasta bolsa de dormir, los seguidores se instalaron donde pudieron. No obstante, en esta oportunidad tuvieron más lugar que el año pasado, cuando algunos no habían podido sentarse por falta de espacio.
Más allá de los elementos fundamentales para la ocasión (comida, abrigo, sillas y bebida caliente), algunos no se desprendieron del teléfono celular: "Me lo traje para ver cómo está todo en mi casa, ya que me tengo que quedar tantas horas", dijo Nora, de Buenos Aires, luego de hablar con su familia.
Mientras Nora hablaba por teléfono, Ricardo, de Entre Ríos, compraba estampitas. "No sabía qué elegir porque hay rosarios, velas, virgencitas, medallas y muchas cosas más", dijo el seguidor de Ignacio.
Los fieles podían tomar mate y llenar su termo en una carpa instalada dentro del predio de la parroquia. "Les damos algo caliente para que no pasen tanto frío", contó una de las colaboradoras.
El ambiente en la entrega de turnos siempre se caracteriza por ser pacífica pero nunca falta el que quiere sacar ventaja, por mínima que sea. "A la cola", se escuchó en forma reiterada durante la jornada. Y no era para menos: para todo había que formar fila. Comprar estampitas, ir al baño, salir del predio y entrar a la parroquia significaba eso: hacer cola.
La misa llegó pasadas las 18, y después de la bendición vinieron las aclaraciones. Los que conocen al padre aseguraron que ayer estaba "muy charlatán". Por eso se tomó el tiempo suficiente para especificar acerca de los procedimientos de la entrega y desterrar algunas dudas. "Nunca atendí por plata, hay gente que viene por dinero y se piensa que la voy a ver antes", expresó el sacerdote. Además, se encargó de aclarar que se entrega un turno por persona y que “ante un caso gravísimo los verá igual", pero pidió "paciencia".
Una misa con advertencias
El cura aprovechó la oportunidad para alertar a los "vivos", que muchas veces llegan a su iglesia con turnos falsificados o diciendo que tienen urgencia cuando en realidad no es así. Pero también aseguró que "aquel que pierde el número por razones de fuerza mayor tendrá un turno igual".
Muchos siguieron la misa en la misma parroquia donde estaba el cura, mientras que otros tantos lo hicieron a través de televisores desde una iglesia aledaña. Menos cómodos y con más frío, otros más rezaron en el patio.
"Es el intermediario entre el cielo y la tierra", dicen los fieles que lo siguen en forma incondicional. Más de diez mil recibieron su turno anoche, y otros miles esperarán con ansiedad "ese" momento para hoy.