Silvina Dezorzi
Surgido en 1984 como una "necesidad histórica", el Equipo Argentino de Antropología Forense constituyó una experiencia inédita en el mundo. Prueba de ello es su participación en numerosas campañas y en distintos países a pedido de familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos para identificar restos óseos enterrados como NN, una pesadilla que no es exclusiva de los desaparecidos argentinos. Su trabajo es famoso dentro y fuera del país, sobre todo a partir del hallazgo de los restos del Che Guevara y otros guerrilleros en Bolivia, y de la búsqueda de víctimas en Bosnia. "Nadie baja a una fosa común a exhumar cuerpos porque le gusta, sino porque tiene un sentido: recuperar la verdad y la identidad de las personas", explica la antropóloga forense Anahí Ginarte. Pese a usar las mismas herramientas de los arqueólogos en contextos de investigación histórica, el trabajo tiene una carga emotiva adicional. "De pronto unos restos codificados como D-814 ganan un nombre y una historia". Ese es el momento en que los científicos del equipo sienten la imperiosa necesidad de llorar. -¿El Equipo de Antropología Forense fue el primero en su tipo en el mundo? -Fue la primera organización no gubernamental en aplicar la antropología forense a los derechos humanos. Después hubo una en Chile que se disolvió y actualmente hay otra en Guatemala. También hay grupos que se forman ad hoc para misiones de las Naciones Unidas, como el que trabaja para el Tribunal de La Haya en Bosnia, con los que colaboramos enviando miembros del equipo. -¿Cómo surgió el equipo? -Nuestro equipo surge como una necesidad histórica en un contexto muy especial. Empezamos en el 84, con el juicio a los ex comandantes, cuando llegó al país desde Estados Unidos el doctor Clyde Snow. El solicitó colaboración a los antropólogos, y unos estudiantes empezaron a trabajar con él. -¿Cuáles fueron los primeros trabajos? -Más que nada exhumaciones con técnicas de la arqueología prehistórica aplicadas para casos forenses. Y después se fueron perfeccionando las técnicas de laboratorio: el análisis de los restos óseos para identificar y determinar causa de muerte, todo esto en un contexto de investigación histórica. Identificar a alguien implica tener hipótesis de quién puede ser para contrastar la información que dan los familiares con lo que se ve en los huesos. Entonces también se empezó a trabajar en cuáles eran los mecanismos de la represión en cada lugar del país para tener hipótesis sobre quiénes podían estar enterrados en cementerios como NN. -¿Cuántos son en el equipo? -Ocho antropólogos, dos personas que trabajan en computación, una secretaria y cuatro miembros voluntarios. -¿Cuál es la diferencia de tarea entre un médico y un antropólogo forense? -Esencialmente, que un médico forense trabaja con cadáveres y un antropólogo con huesos. Los antropólogos tenemos una formación que nos permite determinar sexo, edad, estatura, hábito de lateralidad, patologías en huesos y determinación de la causa de muerte en huesos. En casos más recientes, como Kosovo o Timor Oriental, trabajamos con médicos forenses porque los cuerpos no están totalmente descompuestos. -¿En qué casos participó? -En el país participo desde el 90 de los trabajos iniciados en el 87 en las 19 fosas comunes halladas en el cementerio de Avellaneda. Ahí ya exhumamos 335 restos óseos y seguimos intentando identificarlos. Si bien la exhumación y el estudio de restos está hecho, ahora nos abocamos a la investigación histórica porque es muy complicado tener hipótesis. Son 335 restos óseos, sobre 3.500 personas secuestradas en el sur del Gran Buenos Aires. Y fuera del país trabajé en Bolivia, El Salvador, Panamá, Brasil, Bosnia, Kosovo, Croacia, Etiopía, Sudáfrica, Zimbabwe, el Congo y Timor Oriental. -¿Cómo interviene la emotividad cuando se trabaja en esto? -Eso se ve en la muestra que estamos presentando en Rosario (ver recuadro). Es muy dura, pero no el show del horror porque apunta a la búsqueda de la verdad. Nadie baja a una fosa común a exhumar cuerpos porque le gusta, sino porque tiene un sentido: recuperar la verdad y la identidad de las personas. -¿Cómo fue en el caso de la búsqueda de los restos del Che Guevara? -En el 95, fuimos nombrados peritos técnicos de una comisión presidencial formada en Bolivia para investigar lo dicho por el general Vargas Salinas al periodista Johnny Anderson, que por entonces escribía la biografía del Che. La comisión surgió a pedido de los familares de los guerrilleros bolivianos, cubanos y peruanos que lo acompañaban. El equipo empezó a trabajar solo, y después se le sumaron científicos cubanos, entre ellos geofísicos. -¿Quién solventa el trabajo? -Puede ser solventado por fundaciones que financian proyectos de derechos humanos o de desarrollo en el Tercer Mundo. En general no aceptamos dinero de gobiernos y si en algún caso lo hacemos debe ser por proyectos muy específicos y con gobiernos no comprometidos. -¿Siempre trabajan en situaciones de violación de derechos humanos? -Sí. Alguna vez lo hicimos en casos policiales, a pedido de un fiscal o familiares. Eso es distinto, allí cobramos al juzgado o a la persona que lo solicita. Pero en los casos de violación a derechos humanos no cobramos a los familiares en ninguna parte del mundo. Para eso nos financian las agencias y de ese modo les garantizamos a las familias, cualquiera sea su condición económica, el derecho al conocimiento de la verdad. -¿Cómo datan el tiempo de muerte? -El carbono 14 no sirve: mide una temporalidad mucho mayor. En general el tiempo de muerte lo da el contexto asociado al esqueleto: ropa, monedas, billetes, objetos, cigarrillos. El tiempo de descomposición, pasado un plazo, no se puede medir más, por eso el contexto de una buena excavación es muy significativo, como en arqueología. De hecho, es fundamental el ambiente: si el cuerpo estuvo en superficie, si fue enterrado en cajón, etcétera. Y además no es sólo producto de la excavación, sino de cómo se llega a la fosa. Por ejemplo: en Avellaneda, los esqueletos aparecen en un predio al que sólo accedía una comisaría cercana. Por eso, el trabajo interdisciplinario es la mejor aproximación en una investigación. Se puede trabajar con geofísicos, geólogos del Cuaternario para ver las variaciones en el paisaje, georradares, métodos de la sísmica y otras técnicas. En Bosnia, por ejemplo, usan perros. -¿Lo conciben como un trabajo indisolublemente ligado a la militancia? -Es una militancia en derechos humanos y a la vez una organización científica.
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