Un policía, un contador, un escribano y un falso comprador de una vivienda fueron procesados por apropiarse de una casa mediante un ardid con documentación secuestrada por la policía al fallecer su dueña. Los estafadores usaron el DNI y la escritura de propiedad para concretar una falsa venta de la casa a un tercero. La maniobra quedó en evidencia cuando los familiares de la mujer iniciaron trámites de sucesión y descubrieron que la vivienda pertenecía a un desconocido.
La estafa comenzó a tramarse el 21 de enero de 2000. Ese día, dos agentes de la comisaría 6ª concurrieron a una casa de Riccheri 1107 a raíz de un llamado de los vecinos, que sospechaban que la dueña de casa había fallecido. La mujer, Vita Valenti, de 88 años, vivía sola y prácticamente no tenía familiares, a excepción de una sobrina que la visitaba de vez en cuando. Por esta razón, los policías tuvieron que derribar la puerta para poder entrar. Una vez dentro de la casa, comprobaron que la mujer había muerto por causas naturales.
Las irregularidades
En ese momento los agentes incurrieron en una primera irregularidad: se llevaron el DNI de la mujer -algo que hicieron constar en el libro de guardia- pero no lo asentaron en el acta de procedimientos. Y en las actuaciones que enviaron después al juzgado de Instrucción Nº 3, a cargo de Luis María Caterina, también omitieron ese detalle. Además se llevaron la escritura de la vivienda y usaron esos papeles para transferir la propiedad a un tercero.
La maniobra quedó en evidencia a los pocos días, cuando la sobrina de la mujer inició los trámites de sucesión y advirtió que esos documentos habían desaparecido. La sorpresa fue mayor cuando comprobó que la propiedad había cambiado de dueño.
La casa había sido vendida a Pablo Pedro Z. Según el contrato, en el cual figuraba la firma de Valenti, la venta se había efectuado dos meses antes de la muerte de la mujer ante el escribano Oscar Jorge D.
Lo curioso es que nunca antes la mujer había manifestado voluntad de vender la casa. Y que hasta el día en que falleció, el comprador no ocupó la vivienda pese a que, según el contrato, ya le pertenecía.
Esto, sumado a la irregularidad del parte preventivo policial, despertó la sospecha de los investigadores. Así se comprobó que la firma de Valenti que figuraba al pie del contrato era falsa: "Fue plasmada mediante una maniobra de reproducción por imitación, es decir que no fue realizada de puño y letra por Vita Valenti", reza el informe de los peritos calígrafos.
Pero, incluso, se constató que la fecha en que el comprador pidió informes sobre el estado de la vivienda al Registro General de la Propiedad era posterior a la que figuraba en el contrato. A esto se suma que, según un informe de Telecom, el contador y el escribano cruzaron llamadas el día posterior a la muerte de Vita Valenti.
Con estos elementos, para el juez no quedaron dudas: el contrato era falso, fue efectuado con posterioridad a la muerte de la mujer y para ello los estafadores se valieron de la documentación secuestrada por los policías. Basándose en esa presunción, Caterina procesó al falso comprador de la casa por falsificación de instrumento público y encubrimiento. El escribano y el contador, Miguel Armando C., fueron acusados de esos mismos delitos y de estafa, mientras que el cabo primero José Luis F. fue procesado por hurto calamitoso. El caso está en manos de la Cámara Penal, ya que la resolución fue apelada.