Casi un tercio de los ancianos argentinos no posee jubilación ni pensión, según reveló un informe oficial sobre la situación de la tercera edad, que en términos estadísticos representa el 13,3 por ciento del total de la población, elaborado por el Ministerio de Desarrollo Social. El trabajo analiza tanto las condiciones socieconómicas de las personas mayores de 60 años como la tendencia en relación con la evolución del sistema previsional y los problemas relacionados con la salud y hasta sus vínculos afectivos, entre otros puntos.
Así, entre algunos de los datos más significativos, se destaca que pese a los estereotipos y prejuicios relacionados con la tercera edad, la mayoría de las personas mayores "están en buenas condiciones físicas y psíquicas".
Por otra parte, si bien el acceso al sistema previsional de casi un tercio de los mayores "debería ser mejorado", los ancianos pobres son menos pobres que los adultos y los jóvenes, en el marco de una tendencia que, sumada a la baja de aportes patronales de la actual población económicamente activa, podría derivar en que, en el futuro, "los problemas de cobertura sean muy serios".
El informe fue elaborado sobre la base de los datos estadísticos recabados por la Encuesta Permanente de Hogares y la Encuesta de Desarrollo Social, además de otros estudios oficiales.
"Viejas sospechas"
Según el secretario de la Tercera Edad y Acción Social del Ministerio, Aldo Isuani, el trabajo vino a "corroborar viejas sospechas" y a echar luz sobre algunos temas centrales, como la percepción colectiva de que "las personas de la tercera edad son jubilados: esto no es así, porque casi un tercio de los mayores de 65 años no tienen ni jubilación ni pensión".\De ese grupo, además, hay casi 500 mil mayores de 70 años que tampoco cuentan con cobertura previsional alguna, de las cuales, la gran mayoría son mujeres. El dato, de por sí preocupante se puede, a su vez, descomponer en otros que señalan, de forma más contundente, la situación de carencia por la que atraviesan los ancianos: así, por ejemplo, muchas mujeres sólo logran salir de la línea de pobreza cuando enviudan, situación que les permite dejar de dividir el único ingreso que perciben, por pensión o jubilación, con su cónyuge.