Año CXXXIV
 Nº 49.111
Rosario,
miércoles  09 de
mayo de 2001
Min 10º
Máx 17º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Triunfo clave
Central venció a Cobreloa en Calama

Miguel Pisano

Que le quiten lo bailado. En una demostración de buen juego y contundencia en el complemento, Rosario Central logró anoche una histórica victoria sobre Cobreloa, que adquiere una dimensión mayor aún por las condiciones climáticas adversas que imponen los 2.250 metros de altura de uno de los desiertos más secos del mundo.
El partido no podría haber comenzado peor para Central, que a los 15 minutos ya perdía con un golazo de Pablo Abdala, que clavó un misil de derecha desde fuera del área, con la espectacularidad que le da la altura con su característica de acelerar la pelota en su recorrido. Y pensar que algunos genios del fútbol lo dejaron libre al Turquito cuando caminaba con muletas.
Con todo, Central es un equipo tan extraño que comenzó a jugar mejor cuando debió salir a atacar en búsqueda del empate, como para ratificar que debe salir a buscar la victoria en cualquier cancha por las características de sus jugadores, en lugar de apostar a esperar en su campo. Luciano De Bruno jugó un gran partido como enganche derecho y Central comenzó a tejer las mejores jugadas cuando se asociaron Ezequiel y Pizzi. Así Central se perdió cuatro llegadas claras: un cabezazo de Lequi que Fuentes salvó en la línea, un par de mano a mano de Pizzi con el arquero y otro de Ezequiel, todos ganados por Mele.
Claro que Central hizo en el segundo tiempo todo lo que no había podido en el primero y recuperó la contundencia ofensiva imprescindible. De Bruno fabricó la enésima falta por la derecha, Ezequiel la acarició con el guante derecho y el Flaco Loeschbor ganó el centro pasado y martilló la pelota al segundo palo, en el segundo golazo de la noche.
El segundo gol fue casi calcado, aunque esta vez el autor del preciso cabezazo fue el Maxi Cuberas, que lo festejó con los brazos al cielo.
Entonces le quedó el partido servido a Central como para definirlo, aunque volvió a carecer de efectividad y debió sufrir hasta el último centro, con ese estigma que carga este equipo.
Y así, por no saber definir las jugadas favorables con espacios para contraatacar, Cobreloa llegó al empate con un buen cabezazo de Nicolás Tagliani en el segundo palo, aunque antes se lo habían perdido Madrid y Celedón, con un derechazo en un poste.
Hasta que Ezequiel González, lejos el mejor jugador de la cancha con la pelota, dibujó una jugada maradoniana desde la derecha del mediocampo hasta el corazón del área y liquidó el partido con un suave toque de derecha.
Claro que como a este Central todo le cuesta el doble, cuando tenía el partido controlado sufrió la insólita e injusta expulsión de Iván Moreno por la obstrucción de un tiro libre, que a lo sumo hubiera merecido una amonestación, y luego Ezequiel se comió el cuarto solo con el arquero.
Así ganó Central. Con la solidez defensiva de los Flacos Loeschbor y Lequi, que se comieron la cancha; el gran partido del Negro Quinteros, el Maxi Cuberas, Ezequiel González y De Bruno y, sobre todo, con el amor propio que puso en el segundo tiempo para remontar dos veces el resultado con buen juego, contundencia ofensiva y el tradicional coraje de su historia.
Así ganó Central, con la pelota contra el piso y una docena larga de llegadas claras, el esperado aprovechamiento de un par de jugadas de pelota detenida por parte de dos buenos cabeceadores y con los dientes apretados y la cuota de sufrimiento imprescindible hasta el último centro.
Así ganó Central un partido clave por los octavos de final de la Copa, en una cancha con condiciones climáticas muy adversas, como lo hiciera en la Conmebol de 1995. A lo Central.



Central jugó bien en el complemento y marcó la diferencia.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados