| | El Papa cierra en Malta su gira de seis días En la última etapa de su peregrinar a través del Mediterráneo beatificará a tres religiosos malteses
| El Papa Juan Pablo II llegó ayer a Malta, en la última etapa de una gira de seis días a través del Mediterráneo para seguir los pasos del apóstol Pablo, quien llegó como náufrago a la isla hace casi 2.000 años. La visita de dos días del Pontífice al bastión más antiguo de la fe católica en Europa y el único país europeo en donde el divorcio es ilegal, es la segunda que realiza en 11 años. En las anteriores escalas, el Pontífice pidió en Grecia perdón a Dios por mil años de pecado católico contra la Iglesia Ortodoxa y acentuó la histórica dimensión de su visita a Siria, al constituirse en el primer Pontífice en ingresar a una mezquita en los 1.400 años de historia del islamismo. En amplio contraste con la controversia en ambas escalas previas, Malta pareció un refugio para el Papa en su retorno a Roma. "Probablemente le parecerá un feriado, después de todo esto", dijo un miembro del arzobispo maltés sobre la visita del Papa a la polvorienta isla del centro del Mediterráneo de 380 mil habitantes. El punto más destacado de la visita a Malta tendrá lugar hoy, con la beatificación en una ceremonia al aire libre de dos sacerdotes y una monja malteses que vivieron en los siglos XIX y XX. El Papa fue recibido por el presidente Guido de Marco, quien lo saludó a su llegada al aeropuerto de La Valleta, una pintoresca ciudad fortificada del siglo XVI. Un país predominantemente católico, a pesar de 200 años de ocupación árabe, Malta regresó a la influencia cristiana después de que la embarcación en que el apóstol Pablo era llevado a Roma como prisionero encalló en su rocosa costa oriental, en el año 60 de nuestra era. El recuento del naufragio figura en el Libro de los Apóstoles, lo que convierte a Malta en una de las pocas naciones contemporáneas que es mencionada específicamente en un pasaje de la Biblia. En su mensaje de llegada, pronunciado en inglés, el Papa recordó que "tal como leemos en los Hechos de los Apóstoles", Pablo y sus compañeros de naufragio "fueron tratados con inusitada bondad" por los malteses, "quienes durante dos milenios han sido fieles a la vocación involucrada en ese singular encuentro". Cuando el Papa salió al balcón, lo saludaron miles de malteses y turistas. Aunque encorvado y con paso lento, el Santo Padre, que cumplirá 81 años la semana próxima, se mostraba en buen estado y dio ligeras palmadas en el borde del balcón para alentar a la multitud.
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