Quneitra, Siria.- El Papa Juan Pablo II rezó por la paz y el perdón mutuo de los agravios, entre las ruinas de una ciudad de la meseta del Golán que los sirios dicen fue destruida por Israel. El Pontífice fue aplaudido al entrar en una iglesia ortodoxa griega, que estaba en ruinas como el resto de la ciudad. El gobierno sirio y muchos observadores internacionales dijeron que fue saqueada antes de que Israel se la restituyera a Siria en 1974. Israel, que retiene aún el resto de la meseta de Golán, expresó que Quneitra fue arruinada por los combates.
Varios niños fueron bendecidos por el Papa, que después fue ayudado a arrodillarse en un reclinatorio de madera colocado sobre el deteriorado piso de piedra, donde rezó en silencio. Unos momentos después levantó su cabeza y dijo: "Imploro a Dios para que sean hombres de paz y anunciadores de nueva esperanza para sus pueblos y rezo para que las autoridades de la región puedan satisfacer las justas aspiraciones de sus gentes, y a educar a los jóvenes en la justicia y la paz".
El valor del perdón
El Pontífice expresó luego: "Te rogamos por los pueblos del Medio Oriente. Ayúdalos a quebrar las murallas de hostilidad, la división y que puedan construir juntos un mundo de justicia y solidaridad. Que todos los creyentes hallen el valor de perdonarse mutuamente para que las heridas del pasado sean restañadas y no un pretexto para nuevos sufrimientos en el presente", añadió. Los dignatarios vaticanos dijeron que Juan Pablo II, en un texto preparado, mencionó "las tristes nuevas del conflicto que se traducen en la muerte" de los últimos choques entre israelíes y palestinos.
Juan Pablo II salió de la iglesia para regar un pequeño olivo, símbolo de paz. Tras una breve recorrida por la ciudad, regresó a Damasco. Siria se niega a reconstruir Quneitra y permitir que retornen sus residentes, porque considera que debe mantenerse como monumento a los "crímenes" israelíes hasta que sea devuelta toda la zona del Golán, capturada por los israelíes en la guerra de 1967. Las negociaciones entre las partes se estancaron.
Los israelíes, que ocuparon Quneitra entre 1967 y 1974, período en el que fueron evacuadas 53.000 personas, se fueron de allí hace ya 27 años. Sin embargo, su ocupación sigue muy presente en la mente del puñado de irreductibles que siguen viviendo en esa ciudad fantasma. Varios miles de personas esperaban la llegada del Papa enarbolando banderas de Siria y del Vaticano, así como una bandera del Hezbolá, movimiento libanés que lideró la resistencia contra Israel en el sur del Líbano hasta la retirada del ejército judío en mayo de 2000.
Fieles en autobuses
El gobierno sirio llevó en autobuses hasta Quneitra a miles de ex residentes, con lo que fueron expuestos ante las cámaras y reporteros de todo el mundo que cubren la visita de cuatro días del Papa a Siria. En la que fuera ciudad de 50.000 habitantes hay ahora unas cuantas familias. Fundamentalmente se dedican a proveer alimentación y otros servicios a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas que patrullan la zona.
La visita del pontífice al Golán fue precedida el domingo por la primera que hizo un Papa a la mezquita de Omayyad, en el sector antiguo de Damasco, en un sitio en que en su momento hubo una iglesia. El Papa deseaba ver un santuario en su interior en que se cree fue sepultada la cabeza de San Juan el Bautista. Los líderes musulmanes que lo recibieron en la mezquita y los jerarcas vaticanos calificaron la visita como un paso histórico en el esfuerzo por mejorar las relaciones entre cristianos y musulmanes.
Las pasiones políticas y religiosas del Medio Oriente parecieron por momentos arrojar sombras sobre el motivo de la peregrinación: el itinerario de San Pablo Apóstol, fundador y mártir de la religión católica.