Tres rosarinos compartieron un día con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. La jornada fue el premio a un original concurso organizado por el programa Jugarse por la Paz, desarrollado por Ciudades Educadoras de la Municipalidad de Rosario y Scouts de Argentina. El certamen premió a un niño, Mario Alfieri (11 años), una joven, Silvia Cavallero (21 años) y un adulto Susana Figueras, con una visita al trabajo educativo y solidario que preside el nobel argentino en la "Aldea niños para la paz" de la Fundación Servicio de Paz y Justicia, ubicada en Coronel Domínguez, provincia de Buenos Aires. El concurso se realizó en el marco del Decenio de la Educación para la Paz 2001/2010 instituido por la Unesco. Los concursantes debían armar un rompecabezas con la leyenda "Unesco 2000 año mundial de la cultura de paz" distribuido en las tarjetas magnéticas del transporte urbano de pasajeros. Los ganadores recibieron además un libro autografiado por Adolfo Pérez Esquivel. "Haber compartido esta experiencia fue un premio más valioso que ganarse un televisor", coincidieron en decir los rosarinos sorteados. Con la idea de formar seres humanos libres, la aldea presidida por Pérez Esquivel se convierte todos los días en un centro de formación profesional para jóvenes entre 13 y 20 años, abierto a la comunidad en general. Se dictan diferentes talleres entre los cuales se encuentran carpintería, apicultura, quesería, instalación sanitaria y plomería, electricidad, marroquinería, papel reciclado, huerta y computación. "Cuando llegaron los primeros chicos descubrimos que muchos eran analfabetos funcionales a pesar de haber ido a la escuela. No sabían lo que era un metro cuadrado, por eso agregamos talleres de lectoescritura y cálculo aplicado", recordó el premio nobel. Este año se inscribieron en la Aldea 150 chicos, aunque regularmente asisten unos 100. Al comenzar el año cada uno tiene la posibilidad de anotarse en varios talleres y experimentar durante un mes en cuál se siente más cómodo y a gusto para más tarde elegir en el que quieren quedarse. La experiencia de aprender en la "Aldea Niños para la Paz" está reconocida oficialmente, así quienes egresan de ella cuentan con un título otorgado por la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Por otro lado, el aprendizaje en este centro no se limita a un oficio, los chicos también participan de talleres sobre drogadependencia, cultura de paz, derechos del niño y derechos humanos todo aplicado a lo cotidiano, explicó Pérez Esquivel. "Trabajamos muchos con los valores, la liberación de la palabra, la comunicación. Muchos chicos vienen con diferentes traumas y rasgos de violencia familiar y social. Trabajamos con chicos en estado de riesgo, para quienes abrimos un espacio de diálogo, de entendimiento", remarcó el nobel. Los padres no quedan afuera: "Realizamos reuniones con ellos, muchos son desocupados por eso estamos pensando algunas alternativas para trabajar en un sentido integral; porque si la familia está mal, el chico también". El Servicio de Paz y Justicia trabaja con grandes redes sobre minoridad y cuenta con asistencia jurídica para chicos de la calle. "En estaciones como Retiro u Once, donde se concentra esa problemática de menores, trabajamos en el aspecto jurídico y también con la policía; porque para la policía un chico pobre es un delincuente y no una víctima social. Lo que tenemos que hacer es cambiar esa actitud, ya que los chicos necesitan protección y afecto", agregó Pérez Esquivel. La sensación de que la Aldea está en permanente crecimiento y concreción de nuevos proyectos está siempre presente en quien la recorre, quizás sea porque, como dijo Pérez Esquivel, durante la visita: "Las utopías son realidades y si no existen tenemos que tener la capacidad de crearlas".
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