Gabriel González
El problema del financiamiento es un mal endémico para el país que golpea con especial saña a las pequeñas y medianas empresas de la región. La falta de crédito a precios razonables hace que muchos buenos proyectos queden en el camino, por las dificultades que afrontan los emprendedores para encarar sus necesidades de capitalización. En la otra punta están los hombres de negocios que viven de rentas y apelan a distintos tipos de inversiones -incluso las opciones de mayor riesgo- pero faltan instrumentos de ahorro que apunten a fortalecer un mercado de capitales local. Algunos comportamientos son paradójicos. El año pasado se colocaron muy bien en Rosario algunos fondos cerrados emitidos por administradoras ligadas a bancos con acciones del indicador Nasdaq de las empresas que cotizan en Wall Street, un indicador que acusó fuertes pérdidas. Como contracara hay empresas que vienen creciendo y barajan proyectos de inversión interesantes pero no pueden despegar por falta de recursos. Sobre esta dicotomía opera un proyecto que se presentó el martes pasado en la Universidad Austral. Se trata de crear fondos de capitales de riesgo locales para impulsar los negocios de empresas de sectores de punta, como las tecnológicas, agroindustriales y del turismo. La visión clásica de un fondo remite a un grupo de anónimos inversores que apuestan a entrar y salir de los negocios sacando la mejor tajada posible, pero el modelo que impulsa este proyecto se ancla en objetivos más altruistas. El grupo que pilotea la experiencia, South North Inversión y Desarrollo, es una organización no gubernamental sin fines de lucro con sede en Nueva York. Su Ceo es un argentino, Roberto Mizrahi, quien trabajó para el Banco Interamericano de Desarrollo en tareas ligadas a las pymes y microempresas y durante los últimos 15 años se dedicó a la actividad privada, en distintos tipos de emprendimientos (turísticos, inmobiliarios y de desarrollo de proyectos) localizados en Perú, Mozambique, Brasil y Nueva York, además de Buenos Aires. Mizrahi encabeza un grupo de empresarios latinoamericanos que tienen negocios en los Estados Unidos. Se dan por hechos y ahora quieren "devolver de algún modo a la comunidad de nuestros países algo de lo que nos dieron". Observaron que las debilidades de financiamiento son un factor decisivo que impiden el desarrollo de las pequeñas empresas latinoamericanas, y a partir de allí pensaron en fomentar el desarrollo de fondos locales de capitalización de riesgo. "Que quede claro que esto no es filantropía ni asistencialismo -explica Mizrahi- pero es gratificante aportar nuestras experiencias para abonar lo que creemos es un terreno fértil. Hay mucha gente que colabora en forma gratuita, sin paternalismos, y aporta materia gris a favor de las pymes. Ese talento vale mucho más que un cheque". Eligen las pymes como destinatarias de los proyectos de inversión porque visualizan su gran efecto multiplicador en la economía. "Antes la gente que quería emprender una actividad acudía a sus ahorros personales o familiares, o bien pedía un préstamo en un banco, pero ahora las demandas que debe afrontar una nueva empresa son más sofisticadas. Las fórmulas para acceder al know how y a la información sólo se destraban con la presencia de un socio estratégico, y el fondo es una llave para conseguirlo". La presencia de capitalistas locales en una primera etapa tiene un doble sentido. Por un lado, porque es muy difícil acceder a un apalancamiento externo, debido a una cuestión de escala pero también porque la participación del fondo opera como una suerte de certificado de calidad que abre las puertas. Además, el perfil local asegura un mejor conocimiento del perfil de un negocio y sus potencialidades. La inyección de inversión se efectúa a cambio de un porcentaje de las acciones de la empresa (entre un 20 y un 30 por ciento). Las preferencias para invertir tienen que ver con las perspectivas de retorno de la inversión pero también se consideran otros factores de índole social, como la potencialidad en materia de empleo. Claro que existen algunos prerrequisitos de peso, como que la empresa no opere en negro. -¿Cómo hace una empresa que recurrió al fondo para competir si trabaja para un mercado que tiene altos niveles de evasión? -La empresa estaría condenada si se tratara un aporte de plata nada más. Pero la asistencia financiera viene acompañada de otros valores agregados, como el acceso a mercados, a la tecnología y la información, financiamiento bancario a tasas más reducida, lo cual la convierte en una unidad de negocio más atractiva y equipara las condiciones. -¿Cuáles son los atractivos para el inversor? -En principio el fondo debe ofrecerle una buena rentabilidad. El nivel de rentabilidad lo definirán los hacedores del fondo, pero en principio hay que tener en cuenta que un fondo internacional ofrece una rentabilidad mínima del 25 por ciento. Los inversionistas también pueden tener beneficios adicionales, como el acceso a la información privilegiada. -¿Está contemplada algún tipo de desgravación fiscal? -No hay en el país una legislación específica, pero estamos trabajando para conseguir que no pague doble impuesto, a la entrada y a la salida, y otros beneficios que rigen para las sociedades de garantías recíprocas. -¿Prevén aportes del Estado? -En Norteamérica el Estado acompaña las inversiones privadas con un aporte que es el cuádruple del que efectúan los privados. La provincia y el municipio deberían estar, ya sea promoviendo actividades o fondeando financiamiento externo, pero habría que establecer mecanismos para evitar que las decisiones de inversión tengan un sesgo político. Un ejemplo en este sentido es la AFJP Orígenes, donde el Banco Provincia tiene mayoría accionaria pero se aparta de las decisiones de inversión. Pero también es fundamental la participación de los privados. Así como el ministro Cavallo colocó un bono patriótico entre las grandes empresas nacionales, acá toda empresa que se precie de ser parte de esta región debería aportar. Para ellas el fondo puede convertirse en un instrumento de marketing. -¿Cuánta plata hay que juntar? -Unos 10 millones en el corto plazo, aunque se puede arrancar con dos. Hay que tener en cuenta que hay que pagar un costo a la administración del dos o el 3 por ciento, y con 40 mil pesos es poco lo que se puede hacer.
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