| | Editorial La crisis de los clubes
| La sorpresiva maniobra jurídica de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Rosario de pedir su propia quiebra -el fin fue evitar el inminente remate de su valiosa sede de Catamarca 1247 a raíz de una deuda de unos 100 mil pesos con la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip)- ha puesto al desnudo de manera dramática la grave crisis económica que afrontan muchos clubes locales. Se trata de una crisis que tiene su basamento en dos realidades concatenadas que, de no resultar modificadas en un plazo mediano, indefectiblemente acabarán con la existencia de esas entidades, tan necesarias para el desenvolvimiento armónico de la comunidad. Desenvolvimiento que tanto tiene que ver con la salud física mediante la práctica deportiva amateur, como con la elevación del espíritu mediante el contacto social y el acrecentamiento del bagaje cultural de los individuos. Tales realidades no son otras que la que, en principio, impone la contingencia económica negativa que, desde hace años, padece la inmensa mayoría de la población. Tal circunstancia lleva a que, por razones obvias, las familias ya no puedan afrontar con normalidad el pago de la cuota social para acceder a esas instituciones. Y de esta situación deriva la segunda realidad, que no es otra que la pérdida, por parte de los más jóvenes que representan el futuro, del sano hábito de la asistencia a los clubes con el fin de realizar actividades que contribuyen al mantenimiento saludable del cuerpo y el espíritu. En situación similar a la de la Asociación Cristiana de Jóvenes se cuentan, como mínimo, otros cuatro instituciones de singular arraigo en nuestra ciudad. Tales los casos de los clubes atléticos Provincial, Náutico Sportivo Avellaneda, El Tala y Libertad. Estos casos, más otros que, con seguridad, se conocerán con el transcurso del tiempo, obligan a estudiar con seriedad el problema. Estudio del que deben participar no sólo las entidades y sus asesores, sino también el poder público en sus tres niveles, municipal, provincial y nacional. Ello como consecuencia de que el problema resulta muy complejo y su solución, cualquiera sea ella, con la excepción de la extinción de la entidad, demandará sin dudas esfuerzos enormes que sólo podrán ser afrontados con éxito si se lo hace con decisión y de manera mancomunada. Si estas instituciones -todas dedicadas al deporte y la actividad social amateur- comenzaran a desaparecer resultarían afectadas la convivencia y hasta la misma salud física y mental de la comunidad. En consecuencia, lo que no se disponga hoy habrá que disponerlo, de manera compulsiva, mañana en forma de mayor seguridad y asistencia social. Esto es algo que, con el poder político al frente, nadie debería ignorar.
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