El rostro de preocupación de su mujer era entendible. Bent Larsen llevaba más de cinco horas jugando partidas simultáneas de ajedrez en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y no quería regalarle la victoria a nadie. La convicción de tener que entregar todo de sí, que lo caracterizó durante su trayectoria, se impuso a sus 66 años, a tener que medirse contra 40 ajedrecistas, a su diabetes y a un tirón en la cadera que le impedía caminar bien. Todo eso explica porque perdió ante 10 adversarios e hizo tablas con otros tantos. El apresuramiento y el cansancio lo llevaron a cometer varios errores incomprensibles en un jugador de su jerarquía, pero entendible por los atenuantes mencionados. Por eso, el mejor tributo que recibió fue el aplauso unánime de los rosarinos que se conmovieron con la entrega física de una auténtica leyenda del ajedrez mundial. Antes de iniciar el juego, el danés resaltó la importancia del ajedrez en las escuelas y señaló que "en la ex Alemania Oriental y en Holanda se comprobó que los niños que lo juegan están mejor preparados para el aprendizaje. Con el ajedrez se aprende disciplina y métodos que favorecen para estudiar". Luego sería el momento de Larsen en acción. Se movía alrededor de las mesas con su mano izquierda apoyada sobre su cintura para atenuar el dolor, y sólo modificaba esa postura y ponía ambas encima de los tableros cuando se encontraba en una situación comprometida y necesitaba algo de tiempo para meditar el movimiento de sus piezas. Cada tanto masticaba una manzana para recomponer fuerzas. Las primeras impresiones fueron que controlaba cada una de las partidas, pero el cansancio comenzó a hacer mella en su físico y ya no tuvo todos los sentidos plenos. Jugaba con rapidez, lo que sorprendió a sus rivales que comparaban las partidas del año pasado ante el ruso Anatoly Karpov que eran más lentas y metódicas. Esa velocidad fue la que lo llevó a equivocarse más seguido y dejar mejor posicionado a sus oponentes. Que no fueron los mejores ya que hubo ausencias que se sintieron y fueron las de varios jóvenes que se encontraban compitiendo en campeonatos argentinos, el caso de Maximiliano Rossi, Ezequiel Nieto, Nahuel Straini, Naiara Beltrán y Ezequiel Salazar. Sin embargo, estuvieron los destacados Mario Landriel y Dante Sanfilippo, titulares en los últimos dos años del campeonato rosarino. Para la fría estadística quedará que las simultáneas, organizadas por la Asociación Rosarina, fueron para: Dante Sanfilippo, Miguel Rossi, César Valdivia, Leonardo Mercado, Romina Orsini, Jaime Guiamet, Cristian Méndez, Gonzalo Ortigala, Mario Bergo y Pablo Castro. A Larsen no le gustan los especuladores y entiende el ajedrez como un espectáculo donde hay que brindarse al máximo. En el Centro Cultural Bernardino Rivadavia no hizo más que ser fiel a sus convicciones y, pese a terminar exhausto, seguramente en su interior habrá sentido la satisfacción del deber cumplido.
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