Rodolfo Montes
Argentino hizo un planteo honesto, buscando no refugiarse para aguantar el cero en su arco, pero no tuvo precisión con la pelota, dio amplias ventajas defensivas y terminó cayendo sin atenuantes ante Cambaceres. La inclusión de Mellado, sustituyendo a un volante de marca como Palasesi, apenas iniciado el segundo tiempo, fue la apuesta grande del técnico Giammaría. Si bien el hábil enganche del equipo de Sorrento está al cincuenta por ciento de sus condiciones físicas (arrastra una lesión en su tobillo izquierdo desde el partido ante Sportivo Italiano), su sola inclusión hizo pensar en un salaíto con pretensiones. Pero las cosas no salieron. Cambaceres aprovechó bien ciertos detalles: el buen pie de sus lanzadores, el talento de Casado, quienes siempre aceleraron con buen criterio en tres cuarto de cancha buscando las espaldas de Corman, Redondo y Jaime. Así comenzó el segundo tiempo, donde Argentino quiso pero no pudo y Cambaceres empezó a acercarse al gol, el que finalmente llegaría por una gran jugada de Casado, la figura de la cancha. Antes de eso, los locales se habían insinuado con seis llegadas muy claras, cuatro en los primeros quince minutos del partido y otras dos, casualmente, en el primer cuarto de hora de la segunda etapa. Casado entró al área por la derecha, desairó a Gómez y tiró un centro cerrado que se terminó metiendo en el segundo palo, cuando Benítez esperaba solo para empujarla. Nunca se sabrá si fue centro o tiro al arco, lo cierto es que fue el 1 a 0 y de allí en más fue otro partido. La estrategia salaíta de buscarlo a Cambaceres arriba, en su propio terreno empezó a desmoronarse de manera definitiva, quedando a contramano con la realidad del partido. El buen trabajo realizado por el albo en los últimos veinticinco minutos del primer tiempo, lo que le permitió al técnico ilusionarse, incluso hasta con ganar el partido, cayó en saco roto. Entonces fue el local el que se agrupó mejor, ajustó mejor las marcas y justificó claramente el triunfo. Casi naturalmente llegó el segundo gol a los 28' de la etapa final, cuando el volante Molina se sacó tres hombres de encima y cruzó la pelota para que el solitario Chiappetta se encontrara con el arco vacío y con un Massa ya vencido. Para el final del partido quedó un incomprensible tumulto que se produjo con posterioridad al pitazo final del árbitro. Según lo informado en el vestuario, Sugliani expulsó e informará a París por enviar un pelotazo luego de concluir el cotejo. Fue un episodio confuso, donde el árbitro pareció el más exaltado. En un partido correcto, con jugadores tranquilos, no se entendió semejante desenlace.
| |