El jueves, como lo hace a diario, Vanesa Elizabeth González concurrió a la Escuela de Enseñanza Media General Manuel Belgrano de Entre Ríos 2366. Allí, en el turno noche, cursa el primer año del polimodal. Para ella era un día más de asistencia a clase, sin embargo terminó siendo el peor de los días. Mientras caminaba desde la biblioteca hacia el aula, alguien la atacó desde atrás, le pidió dinero y le cortó la cara con un arma blanca. Bañada en sangre y sumamente dolorida, la chica esperó media hora, hasta que los directivos del colegio la trasladaron a un hospital y dieran cuenta de lo sucedido a la policía.
Ocurrió la noche del jueves, aproximadamente a las 21.05. Vanesa, de 26 años, estaba en clase de Teoría y Gestión Organizacional y le solicitó permiso al docente para ir a buscar un libro. Caminó unos 60 metros por los desiertos pasillos del colegio hasta la biblioteca y al salir, cuando intentaba retornar al aula, sucedió lo impensado.
"Yo caminaba de vuelta a clase y sentí que alguien me tomaba del cuello con su brazo. Me apretó muy fuerte y me pidió dinero. Me gritaba «dame la plata, dame la plata» y yo le dije que no tenía. Enseguida sentí algo frío sobre la cara y después todo el pómulo caliente", recordó Vanesa visiblemente dolorida por el profundo corte que le marcó el costado derecho de su rostro.
La estudiante, con su cara ensangrentada, atinó a darse vuelta y ver que "un muchacho saltaba por una de las ventanas que dan a calle La Paz. No pude ver si era joven o no, cómo vestía o qué arma tenía. Sólo alcancé a ver que saltaba y se iba".
La ventana a la que hace referencia Vanesa es la única del primer piso del establecimiento que no tiene vidrios ni está enrejada y da a un sobretecho sobre calle La Paz. De allí, el agresor pudo haber saltado al jardín lateral de la escuela y ganar la calle a pesar de las rejas que lo rodean.
El susto de Vanesa se agudizó cuando se llevó la mano a la cara y vio que le salía mucha sangre. La chica es diabética y debe extremar los cuidados ante este tipo de accidentes. Por eso enseguida volvió a la biblioteca para pedirle ayuda a Marta, la encargada del sector.
Los gritos de dolor de Vanesa no fueron escuchados en la escuela. "A la hora de clase todas las aulas tienen las puertas cerradas y no hay nadie en los pasillos" dijo la chica.
Una lenta ayuda
Al ver lo que pasaba, la bibliotecaria llamó inmediatamente al preceptor de Vanesa. "Es médico y me hizo las primeras curaciones. Yo le recordé que era diabética y que debía tener algunos cuidados. Además le pedí que llamaran a la empresa de emergencias a la que estoy asociada" contó la estudiante.
Sin embargo, quienes atendían a Vanesa decidieron llamar primero a la jefa de preceptores, después a la directora del establecimiento y por último a los padres de la chica. "En ese momento en el colegio no había ninguna autoridad y tuve que pedirles que llamaran a mi hermano, que cursa en otro año de la misma escuela para que avisaran a mi casa", recordó Vanesa.
Mientras pasaban los minutos, la joven seguía perdiendo sangre y ante ello, el hermano quiso avisar desde su celular a la policía. "No lo dejaron, dijeron que se iban a encargar ellos. Pero lo hicieron mucho después y cuando ya habían llegado mis padres a la escuela", dijo la chica.
Habían transcurrido más de 40 minutos desde el ataque cuando Vanesa fue trasladada en un auto particular al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez. Allí recibió las primeras curaciones y le dijeron que debía concurrir a la comisaría 5ª para radicar la denuncia. Desde la seccional, donde el hecho quedó registrado a las 23, fue enviada al médico policial que constató la profunda herida que Vanesa tiene en su rostro.
A la hora de buscar explicaciones al ataque, Vanesa no las encuentra. "No creo que haya sido ningún compañero. No he tenido problemas con nadie y creo estar bien conceptuada ante los chicos del curso. Además todos se han solidarizado conmigo y los compañeros, cuando se enteraron de lo que pasó, me pedían datos del tipo que me atacó para poder agarrarlo. No creo que haya sido nadie de la escuela".
Al respecto, la joven supuso que pudo haber sido "confundida con algún integrante del personal de la escuela, con alguien que tuviera plata en el bolsillo por el cobro de la cooperadora o de la cuota de la biblioteca, pero igualmente es una locura. Me tocó a mí y pudo tocarle a cualquiera. Lo cierto es que ya no se puede ir ni a la escuela para estar seguro", concluyó.