Después de dejar atrás multitudes de adolescentes enloquecidas en su gira por Latinoamérica, los Backstreet Boys finalmente se presentarán esta noche en Buenos Aires, en el estadio de River Plate. Con un espectáculo visualmente impresionante, los chicos de Orlando, Florida, tendrán una nueva oportunidad para demostrar porqué son los precursores del boom del pop adolescente que explotó a mediados de los 90. Los Backstreet Boys ya pasaron por la Argentina hace tres años, con un recital en la cancha de Boca, cuando recién empezaban a probar el éxito en grande. Pero esta vez la expectativa es mucho mayor y los motivos sobran. Su último álbum, "Black & Blue", editado el año pasado, vendió 5 millones de copias a nivel mundial a sólo una semana de su lanzamiento. A caballo del hit "Shape Of My Heart", el compacto ya es disco de platino en 22 países. El éxito de "Black & Blue" es poco en comparación al revuelo que causó su álbum anterior, "Millennium", de 1999, que vendió 30 millones de copias en todo el mundo y fue disco de oro y platino en 45 países. Con hits instantáneos como "Larger Than Life" y "I Want It That Way", los Backstreet Boys coparon el mercado y batieron records. Las entradas para sus shows en Europa se agotaron en menos de una hora y en el estadio Georgia Dome de los Estados Unidos superaron en convocatoria a los Rolling Stones y U2. Cuando muchos pensaban que ese boom no pasaba de una temporada, el grupo volvió a la carga con "Black & Blue", su tercer álbum, y ganó la partida. El disco, que contiene cinco temas coescritos por integrantes del grupo, es una combinación estratégica de temas rítmicos y bailables con baladas conmovedoras y edulcoradas. Las canciones, claro, no valdrían nada sin la imagen. Nick Carter, Howie Dorough, A.J. McLean, Kevin Richardson y Brian Littrell también regresaron con sus estereotipos diseñados para seducir a todo tipo de público femenino. A pesar de que el éxito los acompañó desde su primer disco homónimo, de 1994, no todo es color de rosa en la carrera de los reyes del pop adolescente. Mientras grababan "Millennium" se enfrentaron en tribunales a su propio creador, el empresario Louis Pearlman, que los dejó de lado para manejar la carrera de sus principales competidores, los N'Sync. En compensación por la pérdida, los chicos firmaron un contrato con el sello discográfico Jive por 70 millones de dólares.
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