Año CXXXIV
 Nº 49.096
Rosario,
lunes  23 de
abril de 2001
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La confitería bailable fue clausurada por excederse de los decibeles permitidos
Custodia policial para un vecino de Satchmo que sufrió daños en su casa
Amenazaron con "hacer boleta" a su esposa y su bebé. Insisten con trasladar los boliches de las zonas urbanas

Pablo R. Procopio

Mientras los vecinos de las confiterías bailables rosarinas afianzan un frente común para lograr la ubicación de boliches en una especie de zona de exclusión, la convivencia se vuelve cada vez más tensa. Un rosarino lindero a la disco Satchmo, José Tonelli, sufrió este fin de semana amenazas y daños en la puerta de su domicilio. "Una patota me pateó la puerta. Me cortaron el gas, me tiraron aceite hirviendo y me dijeron que mi esposa y mi bebé iban a ser boleta", dijo el afectado. Y si bien no identificó a los autores de los desmanes como empleados despedidos de Satchmo, recordó que le dijeron "sos el culpable de que nos echen". En tanto, se supo que seis personas del boliche fueron cesanteadas "ante la crisis originada por los excesivos controles", según el public relations del comercio nocturno, Diego Prince.
Por lo pronto, las inspecciones en las confiterías de Pichincha siguen realizándose con rigor. Un operativo terminó ayer a la madrugada con la clausura preventiva de Satchmo, que se pasó de los decibeles aceptados. "El nivel de ruido en la casa del denunciante era mayor al máximo establecido por ordenanza", señaló una fuente encargada del control municipal que se hizo en el domicilio de Tonelli.

Violencia
La noche del viernes parecía tranquila, pero no lo fue, al menos para Tonelli. Justo cuando en la zona norte de la ciudad se desarrollaba una reunión de vecinos para tratar el tema de la radicación de las disco, unas 20 personas se ubicaron frente al domicilio de Rivadavia 2525 y comenzaron a insultar a su propietario.
Lo responsabilizaron de que ese mismo día recibieran telegramas de despido. "Sos el culpable de que nos echen por todo el quilombo que armaste", contó el vecino que le endilgaron. En rigor, Tonelli viene batallando sobre la necesidad de erradicar las confiterías de la zona conocida como Pichincha. Los desmanes de viernes a la noche fueron tales que se vio impedido de salir de su casa y decidió comunicarse con la concejala Analía Carrió en su doble carácter de edila y abogada, quien concurrió a radicar una denuncia ante la policía y la Justicia.
Un grupo de agentes de la comisaría 7ª se apostó cerca de las 2 de la madrugada del sábado frente a la casa de Tonelli para hacer guardia; sin embargo, cuando los efectivos se retiraron pasadas las 4 "los patovicas volvieron a provocar desórdenes", sostuvo el damnificado.
La intervención del juez correccional de la 5ª nominación, Eduardo Enrique Costa, logró que se instalara la custodia policial, que regresó en la madrugada del domingo. Además, la vivienda seguirá teniendo durante los próximos días el control de dos vigilantes de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE).
En tanto, la plaza Santos Dumont fue escenario el viernes por la noche de un nuevo encuentro de vecinos afectados por los ruidos molestos que se generan por la instalación de confiterías en zonas urbanas. Por primera vez se reunieron habitantes de varios sectores de la ciudad, víctimas de idénticos problemas. El debate se orientó hacia la necesidad de solicitar la implementación de uno o más lugares exclusivos para radicar boliches, fuera del contacto con el vecindario. "Las habilitaciones están mal otorgadas", insistieron los asistentes al cónclave, quienes se volverán a reunir pasado mañana para ultimar detalles de su proyecto, que ya cuenta con el aval de 300 firmantes.
Por su parte, Diego Prince confirmó desde Satchmo que seis empleados fueron despedidos de esa discoteca. "Antes venían 1.200 personas y ahora 700. Nos controlan todo el tiempo y la gente no se banca que cerremos a las 4 en punto, por eso no viene. La economía de la empresa se vio afectada por todo esto", dijo a La Capital.
No obstante, destacó que no le consta "para nada" que los trabajadores echados hubieran formado parte del grupo que agredió la casa de Tonelli y amenazó telefónicamente a su familia.
El presidente del Concejo Municipal, Pablo Cribioli, volvió a insistir ayer con la necesidad de buscar "una solución definitiva" al problema de las disco, al tiempo que subrayó que "hay que promover dos o tres zonas de la ciudad para que se radiquen los boliches y así todos queden en paz". No obstante, admitió que la problemática "no se resuelve de un día para el otro. Es ingenuo pensar que acá las cosas se van a resolver de la noche a la mañana", indicó.
"Hay que tener en cuenta que los empresarios que radicaron sus negocios allí invirtieron mucho dinero y que además, hay mucha gente que trabaja en las disco y vive de ello", señaló Cribioli. Pese a eso, también remarcó que "los vecinos están en todo su derecho a descansar".
Para la concejala Adriana Taller, en tanto, la actual ordenanza que reglamenta la actividad "debe ser revisada en profundidad". La edila insistió con un punto crucial: "Hoy las disco están habilitadas por la Municipalidad y esas habilitaciones duran cinco años. No se les puede decir a los empresarios que cierren y se vayan a otro lado, porque para hacer eso el municipio tendría que indemnizar a los propietarios", remató.



En la casa de Tonelli los ruidos de la disco superaban lo permitido.
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