Bogotá. - En los pasillos de las bases militares de Colombia corre el rumor de que los diálogos del presidente Andrés Pastrana con los rebeldes izquierdistas se están complicando a tal punto que ponen en duda sus esfuerzos de lograr la paz después de 37 años de guerra interna. En contraste con la historia de Sudamérica, las fuerzas militares de Colombia tienen pocos antecedentes de intromisión en la palestra del poder político. Según algunos analistas, la reprimenda de Pastrana a los recientes pronunciamientos y discrepancias del general Jorge Enrique Mora, comandante del ejército, traerá como respuesta el silencio en las filas castrenses. "No se mira con entusiasmo el proceso de paz, pero se acatan las decisiones", aseguró Rafael Pardo, ex ministro de Defensa en el gobierno del ex presidente César Gaviria. Y aunque está descartado un golpe militar, Pardo dijo que los asiduos cuestionamientos de Mora a las tácticas empleadas por el presidente ponen en riesgo la estabilidad política de su gobierno.
Durante dos años de gestión, Pastrana, el locuaz hijo de un ex presidente conservador, ha hecho grandes concesiones a los rebeldes izquierdistas para acelerar el proceso de paz y poner fin a un conflicto que segó la vida de 40.000 personas en la última década. Recientes sondeos de opinión muestran que la mayoría de los colombianos son escépticos frente a la verdadera voluntad de las guerrillas de desarrollar un proceso de paz tras las concesiones y los gestos benevolentes del mandatario.
Alimentando la oposición hacia el presidente, se suma la dura crítica hecha por Mora este mes a un plan de intercambio humanitario entre guerrilleros enfermos presos por militares y policías capturados por las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Con el pie firme
"Es importante para el gobierno que no haya voces disonantes, que no haya opiniones disonantes a la política de paz oficial, que la política se discuta al interior del gobierno y después haya una sola voz para explicar la política", enfatizó Pardo. Las aseveraciones públicas del general se escuchan justo en la fase final de los cuatro años de gobierno de Pastrana, cuando es vital inyectarle la suficiente fuerza al proceso de paz para que éste sobreviva al cambio de mandato en 2002.
Alvaro Uribe, uno de los candidatos y disidente del tradicional Partido Liberal, ahora en la oposición, ha ganado terreno con su postura de aplicar "mano dura" con los rebeldes. Aunque ocupa el tercer lugar de favoritismo electoral, tiene un año más de campaña.
Pastrana necesita toda la cooperación de sus fuerzas para poner en práctica sus estrategias de paz en este país andino, selvático y montañoso en el que rebeldes izquierdistas combaten a los ilegales grupos paramilitares de ultraderecha y a los militares del Estado. "El mayor obstáculo para el éxito del diálogo entre el gobierno y la guerrilla es la falta de una participación adecuada de las fuerzas armadas", aseguró un editorial del influyente diario El Tiempo.
Filas de soldados en revista y diplomáticos invitados fueron sorprendidos el lunes por Pastrana cuando cuestionó la lealtad militar al mando civil en un discurso que todos interpretaron como un mensaje directo a Mora para que mantenga su boca cerrada. Horas después el gobierno se encargó de desmentir la versión según la cual el general, reconocido por su carácter adusto, iba a presentar su renuncia. "Yo pienso que en este momento el presidente no quisiera que el general Mora se retirara porque es un gran militar", dijo el ex general Alvaro Valencia, quien comandó el ejército y conoce a Mora desde que era teniente.
Problemas de comunicación
Valencia afirmó que Pastrana ha fracasado en su intento de involucrar suficientemente a las fuerzas armadas en las decisiones de la política de paz, lo que ha exacerbado el resentimiento militar y aumentado la percepción de que el proceso está fuera de control. "No están en contra del proceso de paz, pero no quieren que se cometan errores que luego sirven para agravar la situación de conflicto en vez de aliviarla", insistió Valencia.
Una de las críticas más severas de las fuerzas armadas ha sido el manejo que el presidente ha dado al enclave desmilitarizado al sur de Colombia y cuyo tamaño se dos veces el de El Salvador, otorgado en 1998 a las Farc para adelantar los diálogos de paz. Así mismo, los militares han mantenido su reserva sobre la propuesta de cederle al Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda guerrilla del país, un terreno similar aunque más pequeño, ubicado en una zona del departamento de Bolívar, escenario de intensos combates.
Entre tanto, Pastrana argumenta que ningún otro presidente ha hecho tanto en la historia reciente por mejorar el futuro de las fuerzas armadas: ha aumentado dramáticamente el número de soldados profesionales e incrementado sus condiciones de retiro, entre otros beneficios. Además ha vigilado el crecimiento de modernos equipos bélicos como los helicópteros Black Hawk, algunos donados por Estados Unidos y otros comprados. El presidente también ha impulsado un purga interna de miembros de las fuerzas armadas involucrados con la violación de los derechos humanos. Desde octubre el gobierno ha destituido a 458 miembros de las fuerzas militares.