 |  | cartas Desidia y despreocupación
 | El domingo 8 de abril a la madrugada un auto abandonado se incendió en la calle Buenos Aires al 3600. La magnitud del incendio obligó la acción de los bomberos. Desde entonces, el auto, totalmente destruido, permanece en el mismo lugar con todas las consecuencias que el sentido común admite imaginar. También desde esa fecha me he tomado la paciente tarea de llamar a cuanta oficina pública uno cree debería hacerse cargo: desde la comisaría, la Dirección de Tránsito municipal, la oficina de atención al vecino, la oficina de política ambiental hasta el área sur de servicios municipal. Solamente he conseguido, además de una buena y correcta atención, ser derivada a otras dependencias. También, que el lunes 9 de abril inspectores de tránsito se acercaran a verificar el estado del vehículo. Nada más. El auto abandonado, destruido y rodeado de mugre es sólo una muestra más de la desidia y despreocupación de una política municipal que discrimina a los barrios; para el caso basta comparar la frecuencia con la que se atienden las plazas de los barrios y las céntricas (¡si hasta los perros que pasean por la plaza Pringles son privilegiados!), algo de lo que, sin duda, no es responsable el personal municipal. Marcela Isaías
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