Año CXXXIV
 Nº 49.093
Rosario,
viernes  20 de
abril de 2001
Min 9º
Máx 25º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Aluba advirtió sobre los hábitos alimenticios de los chicos
Mabel Bello, titular de la entidad, señaló que los más pequeños comen apurados y fuera de horario

Lucas Ameriso

La presidenta de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), Mabel Bello, estuvo ayer en Rosario para disertar acerca de estas patologías y sus métodos de rehabilitación. En diálogo con La Capital, Bello hizo hincapié en el aumento sostenido de los trastornos alimenticios en niños que consumen en forma selectiva sólo la denominada comida chatarra. La psiquiatra advirtió a los padres sobre estas patologías "ante la extinción de la mesa familiar como factor de socialización de los chicos".
-¿En qué consiste el tratamiento de los pacientes?
-En general se trata de jóvenes con inteligencia superior, pero tienen muchos tropiezos en la vida y muchas veces se disparan por impulsividad y no pueden hacer memoria de las experiencias vividas. Esto les trae problemas serios de conducta, en la familia o con amigos, y suelen tener problemas de trastornos alimentarios.
-¿Es alarmante el aumento de patologías con trastornos alimentarios en niños?
-Esto es el síndrome de especialización alimentaria. Son niños muy dependientes de un solo familiar: de la abuela o de la madre. Comen una sola marca de chocolate o papas fritas. Es decir, comen muy pocos alimentos elegidos por ellos y no admiten comer otra cosa. De hecho, si les dan otra cosa vomitan. Aparentan ser chicos comunes, pero estas conductas son llamativas y constituyen un antecedente de trastornos serios. Por eso se los atiende primero a los padres, para que los instruyan en ampliar su comportamiento alimentario y social.
-¿En qué medida incide el apogeo de la comida chatarra en todo esto?
-Todo lo que le resta formalidad al comer. Es decir, usar cubiertos, estar en una mesa y conversar, entre otras cuestiones. Los chicos al alimentarse de una manera muy informal pierdan la dimensión social del acto de comer.
-En relación a la cuota nutricional ingerida, ¿se come mal en la Argentina?
-Pienso que comemos en forma despareja, pero en los chicos se acentúa. Llevan la vianda al colegio y es siempre lo mismo: salchichas o milanesa. Nunca hay una comida formal. Comen apurados y sin respetar los tiempos, ni tampoco el protocolo, que es tan importante. No tener estas medidas hace que se pierda la relación entre lo normal y lo patológico. En un breve lapso, se borran los límites.
-¿En qué se puede culpar a los padres?
-Los chicos muchas veces se sirven solos de la heladera, desde muy temprana edad. Sacan una golosina o helado y sin ninguna vigilancia de un adulto, como si el niño tuviese claridad para elegir lo que le conviene y a qué hora comer. Es como si al chico se lo deja dormir cuando tiene ganas y no a la noche, que es el momento correcto. Cuando se les da exagerada libertad a los instintos de los niños, al no ser racionales, se los puede llevar a desvíos muy importantes.
-¿Se perdió el hábito de comer en familia?
-Por supuesto. Y Aluba lo que pide es la reunión familiar, conversar y en todo caso si hay que discutir preferiblemente hacerlo fuera de la mesa. El concepto de familia desapareció como tal y a veces sólo hay uniones de hecho. Se desdibujan muchos valores. Encima, como padres se compite contra el televisor.
-¿Es preocupante esta patología en los niños?
-Sí, y cada vez se da con más facilidad, porque los padres creen que sus hijos pueden comer lo que se les ocurra y ellos no tienen preparado un programa de alimentación. O si no ocurre lo contrario, los presionan con la comida de tal manera que luego los chicos presentan problemas.
-¿Cuándo comienzan los trastornos infantiles de selección en la comida?
-Se han visto en los 3 años e incluso con cuadros de bulimia y anorexia. Se ponen los dedos en la garganta y vomitan, o no quieren comer. Pero se copian costumbres de la casa. Estadísticamente a los 10 años ya hay cuadros de anorexia y los 16 predomina más la bulimia. Cualquier exceso de restricción puede llevar a la compulsión a la comida y a cualquier desorden también.
-¿Es un fenómeno novedoso dentro de las patologías relacionadas con la alimentación?
-Sí y ha ido aumentando. Es un llamado de atención a las madres, pero sobre todo a los pediatras, que minimizan la falta de una debida alimentación y les recetan vitaminas. Los pediatras por su formación creen que el chico debe hacer lo que espontáneamente se le ocurra. Recién ahora se habla de patología alimentaria y cómo abordar estos problemas. No sólo importa la conducta alimentaria, sino la conducta social, porque tendrá a futuro dificultades en la conexión con el mundo.
-¿Existe como telón de fondo una cultura chatarra?
-Hay una cultura posmodernista, la del delivery. Ante la inseguridad estamos cada vez más encerrados, con cada vez más vacío y menos chance de comunicarnos.
-¿Aumentó el número de pacientes con bulimia y anorexia?
-Notablemente, y el fenómeno responde también a períodos estacionales del año. Se registra una curva de ascenso en abril y mayo, cuando los padres se dan cuenta tras el verano de cómo cambió la conducta de sus hijos en relación a la comida.


Diario La Capital todos los derechos reservados