Año CXXXIV
 Nº 49.091
Rosario,
miércoles  18 de
abril de 2001
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Ruptura matrimonial
El divorcio conlleva un proceso de duelo que afecta a todo el grupo familiar, en especial a los hijos

Patricia C. D'Angelo (*)

Podemos considerar al proceso de divorcio como una situación límite, que puede ser saludable si es bien conducida. Trae consigo la oportunidad de mejorar la vida, obligándonos a "volver a nacer" en medio del dolor y de grandes pérdidas.
Los ex-cónyuges, y todo el grupo familiar, incluidos los familiares de origen de ambos, así como los amigos cercanos, vivirán un proceso de duelo con momentos de aprendizaje, desorientación, y también creatividad.
Si hay hijos es fundamental protegerlos de los conflictos e inestabilidades que pueden aparecer. La experiencia demuestra que si los padres logran dar prioridad al bienestar de los hijos durante este difícil momento, todos se benefician, ya que el proceso se vuelve menos agresivo.

Recomendaciones
* Los padres tienen que explicar detalladamente todo lo que va a suceder, en forma adecuada a las edades de los hijos. Deben asumir abiertamente la responsabilidad que cabe a cada uno por el divorcio. Esto protegerá a los hijos de confusiones peligrosas: ¿La relación de sus padres se habrá dañado por algo que hicieron los hijos? ¿Deben los hijos hacer algo para volver a reunirlos? Si los padres no se hacen responsables de su decisión, ¿podrán soportar las consecuencias, o hay que cuidarlos para que no se derrumben?
* Comunicarles claramente, con las palabras y las acciones, que ambos padres seguirán ocupándose de ellos y que pueden quererlos y respetarlos como siempre. Organizar un ritmo de visitas o una tenencia compartida, que efectivamente se cumpla. En la repetición de los encuentros, padres e hijos irán creando nuevos placeres y rituales, y también nuevas formas de resolver los problemas cotidianos. Esto es lo que, al poco tiempo, hará que todos se sientan en el marco seguro de "una nueva familia".
* Los padres deben encontrar la forma de mantener comunicación sobre la evolución y educación de los hijos. Si bien con el transcurso del tiempo los hijos pueden desarrollar costumbres diferentes en el hogar del padre y en el de la madre, es muy importante acordar los aspectos más vitales: cuidado de la salud, actividades escolares, pautas de disciplina, salidas y compañías.
* No presentar a los hijos nuevas parejas en forma prematura. Los hijos necesitan experimentar la seguridad de que su padre o madre pueden ocuparse personalmente de ellos. Es prudente cultivar con paciencia el nuevo vínculo con los hijos, por una parte, y el nuevo vínculo de pareja, por otra. Si realmente es la persona adecuada, podrán planear juntos el momento de comenzar el contacto con los hijos. Sin embargo, es recomendable que nunca deje de haber algunos momentos de intimidad entre los progenitores y sus hijos.
* No consentir a los hijos ni considerarlos "pobrecitos" por causa del divorcio. No permitir que tíos o abuelos lo hagan. Lo que daña en estos casos, no es el divorcio, sino una interpretación equivocada de lo que los chicos necesitan. No piense que tienen una herida invisible que usted debe compensar, no los eduque en base a su propio sentimiento de culpa, porque no les haría ningún favor. Se criarían sintiendo que el mundo les debe algo, o que ellos son más débiles que otros chicos... Préstele atención, dedíquele tiempo y afecto, bríndele lo que considere que debe darles, y no piense que va a perder su cariño cada vez que tenga que decir "no".
(*) Psicóloga, terapeuta familiar.




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