Año CXXXIV
 Nº 49.088
Rosario,
domingo  15 de
abril de 2001
Min 15º
Máx 25º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El saldo del encuentro cumbre por los 10 años de la convertibilidad
Un debate caliente sobre el uno a uno
Los dichos y la trastienda de la reunión efectuada en el Banco Central. Principales conclusiones de las jornadas

A 10 años del régimen monetario de tipo de cambio fijo, el Banco Central de la República Argentina, convocó a los economistas más importantes del país y del exterior, para analizar científica y cuidadosamente el impacto de este régimen cambiario sobre los distintos sectores de la economía, luego de una década de vigencia.
En el inicio de las jornadas disertó el presidente del BCRA, Pedro Pou, quien participó en todos y cada uno de los paneles. Su frase final fue la premonición de lo que está ocurriendo en estos días. Pou dijo: "Vamos a usar las reservas del país en la forma que mejor sirvan a la defensa de la estabilidad del sistema financiero, y vamos a atender financieramente tanto al sector privado como al público".
Los comentarios comenzaron a circular en los pasillos y parecía que estábamos en las puertas de un cambio en la política monetaria de nuestro país, aunque nadie lo creía posible.
Los paneles que se desarrollaron durante los dos días de debate, no dejaron en ningún caso de destacar lo peligroso que podría ser una política monetaria expansiva y la falta de oportunidad para anunciar un cambio en el patrón de la convertibilidad, ya que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, (hablaba y sigue hablando) de la posibilidad de integrar al euro, como un "bastón" adicional al dólar, para respaldar la moneda argentina.
Así, el panel más concurrido fue el del día jueves, en el que disertaron Miguel Angel Broda, Ricardo Arriazu y Carlos Rodríguez.
Arriazu se manifestó a favor de la convertibilidad con patrón dólar, y rechazó la canasta de monedas, ya que esto "va en contra de la unidad de cuenta que los argentinos hemos elegido", que es el dólar.
Indicó, además, que hay que abaratar los costos en el sistema financiero, pero se manifestó crítico de las medidas arbitrarias que toma el BCRA, al decidir rebajas de encajes sin mediar una regla monetaria escrita que lo respalde. Por otro lado, destacó "muy necesario" tener una regla fiscal que le permita al país tener superávit fiscal lo más rápido posible. Por último, destacó que el sector privado en Argentina perdió 21.000 millones de dólares en el año 2000, de los cuales 4.000 millones corresponde al sector asalariado, y el resto a empresas. De allí proviene la mala onda en Argentina, resaltó.
Broda se internó como siempre en una maraña de números que dejó como conclusión que la convertibilidad muestra índices de crecimiento espectaculares, pero los últimos años de recesión nos llevaron a un aumento de la pobreza, y a una mala distribución del ingreso. Abogó por una rebaja en las tarifas de los servicios públicos, ya que estos también hacen a la competitividad de un país, y resaltó que las reformas de segunda generación debían hacerse con consenso político, de lo contrario, difícilmente puedan llevarse adelante.
Carlos Rodríguez, a su turno, fue el más locuaz. Sin una estructura definida en su discurso, y con un recorte de un diario en la mano, trató de buscar contradicciones en un reportaje al ministro Cavallo, y apoyó fuertemente la dolarización de la economía, en contraposición a la posibilidad de implementar una canasta de monedas.
El segundo panel más interesante fue el del profesor Ricardo Hausmann, del BID y Eduardo Borensztein, del FMI.

Los laberintos del matrimonio
Hausmann inicio su disertación haciendo un paralelo entre la convertibilidad y un matrimonio en el décimo aniversario de su boda. La conclusión es que en la pareja, sus miembros "ya no eran los mismos de antes: tanto el hombre como la mujer estaban algo deteriorados, y en su casa contaban con tres niños que no se quedaban quietos". La pregunta obligada fue: ¿volvería uno a casarse con la misma mujer, o con el mismo hombre? Trasladado al debate económico la pregunta fue: "Después de diez años, ¿debe uno seguir con la convertibilidad o hay que cambiarla?".
Hausmann hizo, en rigor, una de las más entretenidas y completas ponencias de la conferencia. En su discurso volcó una gran cantidad de argumentos que terminaron ponderando a la convertibilidad argentina, y colocándola como un ejemplo a tener en cuenta.
Por otra parte, bregó por un comportamiento más disciplinado en materia fiscal, aseverando que "en el mundo actual no importa el déficit que tengas. Cuando tus números están en rojo, automáticamente el riesgo país muestra un fuerte incremento, y con tasas de retorno en los bonos del 15% anual, las deudas son impagable; en cambio cuando tenés superávit, por más pequeño que sea, la tasa disminuye considerablemente".
Además, agregó: "Los países emergentes, al tener déficit en forma recurrente, no sólo cuentan con tasas impagables, y mantienen una deuda externa insoportable sino que hacen que sus ciudadanos al ver esta realidad, busquen terceras monedas en donde proteger sus ahorros; al mismo tiempo se quedan sin crédito ya que las tasas internas son tan elevadas o más que las que abona el país, por lo tanto no tienen expectativa de crecimiento".
En este contexto mundial sólo ganan los que tienen crédito, y estas son las multinacionales, que poseen la garantía necesaria para conseguir dinero a tasas bajas, y adquirir muy buenas compañías en los mercados emergentes, a precios bajos. Este es el caso de Repsol, que consiguió una línea de crédito al 3,75% anual, y adquirió a un precio bajo a YPF. Así los países emergentes, por tener déficit fiscales recurrentes, se quedan sin moneda, sin buenas empresas, y con una población con serios problemas económicos.

Viva el flotante
Eduardo Borensztein, el hombre del FMI, habló como un economista invitado, sin representar a la institución, y resaltó las bondades de un tipo de cambio flotante, a lo que Hausmann le respondió que "no lo había visto en la fiesta de los 10 años de tipo de cambio flotante en Ecuador, porque antes de que se hiciera, el país entró en default".
Las ponencias de los ministros y ex ministros de Economía tuvo su especial cobertura en todos los medios, pero cabe destacar que se vio a un Cavallo muy intolerante, imponiendo sus ideas, y asegurando que las del resto son equivocadas. Dijo textualmente: "Ahora hay que hacer una política monetaria expansiva porque estoy yo, que sé cuidar el valor de la moneda; sé lo que vamos hacer. Si se hubiese hecho bajo el ministerio de Roque Fernández y la presidencia de Menem, nos hubiéramos quedado sin BCRA".
La pregunta que se hacían los asistentes brotó de inmediato: "¿El BCRA no era independiente?".



Alemann y los ministros de la era convertible.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados