| | Editorial El aporte del Gran Rosario
| Sin ánimo de reavivar polémicas, pero sí con la sana intención de aportar a la verdad, corresponde destacar lo significativo de un nuevo estudio técnico-económico que viene a corroborar la importancia que, en el contexto provincial, tiene el Gran Rosario. Importancia que, como ya es costumbre, no es reconocida como corresponde, en especial por parte de la burocracia que, sin dudas, hace sentir su enorme peso en el asiento del gobierno y cercanías. Lo dicho responde a que, de acuerdo con los primeros datos de un estudio a cargo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNR y la Municipalidad de Rosario, se calculó que el producto bruto geográfico (PBG) de la ciudad y su aglomerado urbano -el Gran Rosario- generó el 44,66 por ciento de los bienes y servicios que se producen en la provincia, que sumó 7.503 millones de pesos durante 1997, último año que, hasta el momento, alcanzó a considerar el trabajo. De ese total, que refleja la actividad económica en unidades productivas, el 21,7 por ciento está constituido por el denominado sector secundario, que incluye los consumos de electricidad, gas y agua, la construcción y la industria manufacturera. El 78,3 por ciento restante se genera en el sector terciario, que incluye comercio, transporte y comunicaciones, servicios de salud, educación, actividades inmobiliarias y empresariales, y el sector financiero entre los más importantes. El estudio también evalúa el peso del producto bruto de Rosario, que llega al 38,2 por ciento del total provincial, porcentaje que con los centros urbanos que rodean a esta ciudad -el Gran Rosario- alcanza al mencionado 44,66 por ciento. Más todavía: en esta región se concentra el 32,9 por ciento de la industria manufacturera de la provincia, el 44,7% de los servicios de electricidad, gas y agua, el 57% de la construcción, el 53,8% del comercio y el 49,8% del transporte y las comunicaciones. Además, se concentran el 77,7 por ciento de los servicios sociales y de salud y el 46% de las actividades inmobiliarias y empresariales. Pero frente a esta realidad tan contundente, la región sólo concentra el 28,7 por ciento de la intermediación financiera, el 35,3 por ciento de la administración pública y, lo que es más llamativo todavía en un cuadro de por sí contrastante en extremo, sólo el 36,6 por ciento de la educación. Pocas argumentaciones tienen tanta contundencia como las que surgen de la comparación de los fríos números que contribuyen a perfilar una realidad, cualquiera sea ella. Hay casos -y el aquí comentado es uno de ellos- para los que no existen palabras, por más ardientes que ellas sean, con capacidad suficiente como para superar o, siquiera, igualar tamaña elocuencia.
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