| | Editorial Otra vez sin transporte
| Por decisión de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) la ciudad volvió a padecer una nueva jornada sin transporte. En consecuencia, cientos de miles de trabajadores, estudiantes y usuarios en general, sin excepciones toda gente de escasos recursos -el resto tiene dinero suficiente o vehículo particular y, en consecuencia, puede reemplazar su medio de traslado-, resultaron perjudicados en una alta incidencia. Hubo pérdidas salariales y mayores gastos, pues aquellos que tuvieron con qué debieron recurrir a taxis y remises. Asimismo, comercios e industrias vieron resentidas sus actividades, tanto por la ausencia de personal como por la menor afluencia de clientes. En otras palabras y como siempre sucede cuando un servicio público tan vital se paraliza: hubo trastornos de todo tipo y pérdidas significativas. Por caso, tal cual adelantó el secretario municipal de Servicios Públicos, Miguel Lifschitz, el sistema perdió 400 mil pesos, que nunca recuperará. Sin que existieran reclamos salariales, despidos, suspensiones u otras demandas que, en general, son las que potencian los ceses de tareas, en esta oportunidad la medida de fuerza obedeció, de acuerdo con lo manifestado por el secretario general del gremio, Manuel Cornejo, a que no estarían en circulación 70 de los 600 vehículos comprometidos en su oportunidad. Tal circunstancia haría peligrar la fuente de trabajo, lo que se descuenta desaparece, según los sindicalistas, con la suspensión del servicio. De no mediar una modificación del estado de cosas denunciado por el sindicalista, la situación se agravará en la semana próxima, para la que se anuncia un paro de 48 horas, y en la siguiente, para la que está previsto un cese de tareas de 72 horas. Y esto sólo para empezar. Sin dudas que el tema es grave y que urge actuar sobre él con el objeto de que, agudizados, no se vivan en lo sucesivo los inconvenientes padecidos por casi todo el mundo durante la jornada de ayer. Para ello todas las partes involucradas -autoridades municipales, con el Concejo incluido; empresarios y trabajadores- deben hablar con claridad y actuar con buena voluntad. Es que de lo contrario se participa de un juego prepotente de medias verdades -mentiras al fin-, especulaciones y picardías que no llevan a ningún lado. Excepto, eso sí, a castigar con mayores incomodidades y gastos a los únicos inocentes absolutos: los usuarios. Al margen del servicio cada vez más calamitoso que prestan, las empresas sacan a la calle menos unidades porque con la actual tarifa, dicen, el sistema no rinde; la Municipalidad, que esa quita es mínima y no afecta tanto al servicio como para merecer un paro y los sindicalistas -sospechados con fundamento de estar jugando en favor de un boleto de mayor precio-, que se cumpla con los compromisos. Esta es una lamentable realidad que no debería continuar. ¿Los protagonistas estarán a la altura de la circunstancias? Ojalá que sí.
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