Año CXXXIV
 Nº 49.084
Rosario,
miércoles  11 de
abril de 2001
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En el corralón municipal nadie sabe cómo desapareció un auto
Ya declararon más de 20 inspectores y ninguno aportó nada. Sospechan que hay un pacto de silencio

Jorge Salum

-¿Usted sabe qué pasó con el Renault 19 matrícula CQY900?
-No.
-¿Y tiene alguna sospecha acerca de lo que pudo haber pasado?
-No, ninguna.
El juez Carlos Carbone ya disparó estas preguntas a más de 20 inspectores de la Dirección Municipal de Tránsito, y de todos escuchó la misma respuesta. Allí, en el lugar donde el Renault 19 se esfumó como por arte de magia, nadie sabe, ni intuye, ni sospecha nada acerca de lo que sucedió con ese auto.
En el juzgado de Instrucción Nº9 sospechan que las preguntas del juez chocan contra un pacto de silencio. De otro modo no se explican cómo puede ser que desde el director general hasta el último inspector, nadie haya visto ni oído nada respecto al destino del vehículo y que tampoco existan "respuestas posibles" para explicar su desaparición.
Fue un oficial de Justicia porteño quien descubrió la ausencia del Renault 19 en el corralón de Moreno y Ocampo. El, en persona, quiso retirar el coche en nombre de un banco que lo tenía prendado, pero tuvo que regresar con las manos vacías porque ya no estaba.
El propio director municipal de la Policía de Tránsito, Donato Di Leo, hizo la denuncia policial. También inició la habitual investigación interna, que supuestamente debería explicar qué pasó y quién o quiénes son los responsables. Pero hasta ahora no se conocen resultados.
Lo extraño es que el corralón es un predio cercado y rigurosamente vigilado las 24 horas. Ningún auto puede entrar o salir sin conocimiento de los inspectores de guardia. Por eso el juez Carbone los hizo desfilar a todos por su despacho, incluyendo a Di Leo, al director general de Tránsito, Manuel Sciutto, y al coordinador del área, Eduardo Tinivella.
Todos brindaron declaración informativa, una categoría que los coloca bajo sospecha pero que no llega a convertirlos en imputados. Pero como si se hubieran puesto de acuerdo, todos dijeron lo mismo: nada.
Sin embargo, en las declaraciones surgió un detalle que no pasó desapercibido: según los inspectores, es imposible sacar un auto sin que al menos una persona se entere, aunque sea el que abre la puerta. "Entonces está claro que alguien debe saber algo", comentó un vocero. Mientras tanto, Carbone sigue investigando y próximamente se anuncian "novedades".



Un radar registró una infracción cometida por el chofer.
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