Año CXXXIV
 Nº 49.082
Rosario,
lunes  09 de
abril de 2001
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Domingo sangriento. Homicidio en Villa Gobernador Gálvez
Matan de 11 puñaladas a un joven en una casa donde hacían ritos umbanda
Gabriel Peralta gemía pero los vecinos suponían que era uno de los escándalos usuales. Ignoran quién lo mató

Los vecinos del asentamiento de Jáuregui y Caseros, en Villa Gobernador Gálvez, escucharon ayer temprano que Gabriel Hugo Peralta se quejaba. Pero pensaron que se trataba del desenlace de una de las tantas peleas que el muchacho de 23 años mantenía con sus dos amigos travestis, con uno de los cuales mantenía una relación sentimental. Por eso, al principio no lo tomaron en serio. El joven siguió lanzando gemidos, tirado sobre unos escalones de cemento y a escasos metros de las vías del Nuevo Central Argentino. Cerca de las 8.30, cuando muchos ya comenzaban a inquietarse por los gritos de la víctima y las voces nerviosas de sus compinches se supo que a Peralta le habían asestado once puñaladas en el cuerpo, que le causaron la muerte poco después.
El homicidio ocurrió ayer en una villa miseria, jurisdicción de la seccional 26ª, que bordea al oeste las vías del ex ferrocarril Mitre. Los investigadores policiales descartaron por ahora que el motivo del crimen haya sido un intento de robo. Por las características de las heridas que sufrió Peralta, las fuentes consultadas se inclinaban ayer por un ajuste de cuentas o bien por un drama pasional. A poco de ocurrido el episodio los dos travestis que conocían desde hace tiempo a Peralta, cuyos nombres de calle son Sandra y Luciana, quedaron demorados en la dependencia policial en calidad de testigos.
En principio se pensó que Sandra y Luciana podrían tener vinculación directa con el hecho, pero voceros de la investigación aclararon que hasta ayer a la tarde eran considerados sólo como testigos. La pesquisa se enfocó en otro hombre que era intensamente buscado por la policía como autor material del crimen.
Gabriel Peralta murió como consecuencia de las once puñaladas. El muchacho quedó tirado sobre una escalera de cemento que conecta el terraplén de las vías del ferrocarril con la casa de Sandra. La policía halló cerca del cadáver un cuchillo con manchas de sangre que presumiblemente se utilizó en el hecho. Según vecinos del barrio que hablaron con La Capital, Peralta estaba tirado sobre los escalones boca arriba, bañado en sangre y completamente desnudo. Al lado suyo había dos bolsitas de plástico con ropa y un bidón con agua.
Las primeras personas que se asomaron desde sus casas y se encontraron con el espantoso cuadro contaron que Peralta yacía ensangrentado en el piso, quejándose del dolor, y que Sandra le gritaba que se "callara" mientras golpeaba la ventana de la casa del otro travesti.
Sandra y Luciana viven pared de por medio y las dos conocían a Peralta desde hace casi dos años. Sus casas son humildes, pero construidas con bloques de cemento, y ambas están de espaldas a las vías. La vivienda de Sandra posee un patio trasero, que se comunica a través de una puerta de tejido con las escaleras donde apareció apuñalado Peralta.
Según los vecinos y también fuentes policiales, el muchacho asesinado ayer mantenía una relación de pareja con Sandra, pero también tuvo algo en común con Luciana. La gente del barrio tenía un buen concepto de Peralta. "Era un buen muchacho, el problema era que se drogaba. Siempre andaba falopeado porque se juntaba con los travestis. Pero lo trataban muy mal y cada dos por tres lo cagaban a palos", contó una mujer. Gabriel, quien no tenía antecedentes penales, no poseía un lugar de residencia fijo e incluso se encontraba muy distanciado de su familia.
Al parecer, Sandra y Luciana le deban alojamiento y comida a cambio de trabajo. Cuando los travestis salían de noche a hacer la noche, Peralta se quedaba y cuidaba las casas. "Las chicas trabajan de lunes a viernes, pero los fines de semanas organizaban reuniones con muchas personas y alborotaban todo el barrio", agregaron unos vecinos. En esos encuentros, contaron, se hacían actos de magia negra o vudú.
Otros vecinos describieron esos ritos como los de la religión umbanda. "Cantaban acompañados con tambores y sonajeros, se vestían con una especie de túnicas blancas y también bailaban. Lo hacían en el patio de Sandra, donde armaban una especie de tribuna circular. Peralta muchas veces participaba de esas fiestas, tocando un tambor. Venían invitados de afuera y habían muchas personas mayores. Hacían un escándalo tremendo, y para colmo se fumaba marihuana", añadió espantado un muchacho que conocía a Peralta desde algunos años.



Los vecinos narraron las peleas de Peralta con sus amigas travestis.
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