Antes que Fernando de la Rúa hable con George W. Bush en Washington, el gobierno, y sobre todo su ministro de Economía, Domingo Cavallo, deberían precisar donde pondrán el corazón los próximos años. Si en afianzar el Mercosur o en los EEUU para apurar fecha y objetivos a su proyecto de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alca).
Cavallo es contradictorio. En Nueva York su jefe de asesores, Guillermo Mondino, que recorrió el espinel de los analistas mientras el ministro explicaba a banqueros e inversores sus objetivos en el corto y mediano plazo, sostuvo que el Alca es el norte del padre de la convertibilidad. La fórmula "vamos hacia allá pero negociando con el Mercosur", no siempre tiene el mismo contenido en los que la formulan.
En la cancillería se preservan las relaciones con Brasil, porque el Mercosur es un objetivo estratégico. Cavallo un día lo pondera y el otro, lo hunde. Fueron sus decisiones unilaterales con el socio clave de modificar aranceles acordados por el emprendimiento los que provocaron el mayor roce en las relaciones bilaterales desde que Carlos Menem chocara con los vecinos cuando colocó a la Argentina en aliado extra Otán, propuso la intervención militar en Colombia, o les aconsejó que dolarizaran su economía. Al final -le enrostró la prensa brasileña - "Cavallo debió ceder".
De hecho esas idas y vueltas decidieron al presidente Fernando Enrique Cardoso suspender su viaje, clave en vísperas del encuentro de Quebec donde todos los presidentes americanos definirán si siguen los objetivos de los EEUU para el Alca, o asumen una postura de defender objetivos que no pongan en peligro sus economías cuando la idea comience a ponerse en marcha.
Ante su imposibilidad Washington no busca el 2003 como año del lanzamiento, como se mostró en la preparatoria de Buenos Aires y en el borrador para la Cumbre.
Hay una nueva realidad en Sudamérica después de la coincidencia brasileño-venezolana y el pedido de Caracas de ingresar al Mercosur, como puente para incorporar a los países andinos, que transformará la realidad geopolítica y económica de esta parte del mundo. En el Palacio San Martín por ahora creen que es un misil hacia Washington que lanzó Cardoso y el muy dispuesto para esta faena, Hugo Chávez: pueden cometer un error de cálculo, parece no apreciar el cambio de calidad operado en la región, pese a que Uruguay salió a frenar el ingreso de Venezuela al Mercosur.
Ya se sabía que Cavallo tiene sobre el Mercado Común conceptos que no están de acuerdo ni con la Alianza ni con las preocupaciones del Palacio San Martín. La primera tarea del canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, a fines de 1999, fue restañar las heridas dejadas por Menem en la relación con Brasil. Cavallo se lo dijo a los vecinos: "Una cosa es lo que escribí como académico, otra la que tengo que hacer como político", mensaje reparador, sin duda, pero que no se condice con gestos y palabras sumamente agresivas como acusar a Brasil (¿al gobierno?, ¿los bancos?) de querer provocar la devaluación del peso, palabras que más tarde, como siempre, se relativizaron acá y allá.
¿Quién maneja la política externa?
En la Cancillería las acusaciones provocaron igualmente pánico. Sospechan que Cavallo busca el auxilio del gobierno norteamericano y que para obtenerlo, puede provocar algún tropiezo con el gran vecino. La idea del ministro de negociar separadamente con los EEUU como lo hace, sin éxito aún Chile, para ingresar al Nafta (la zona de libre comercio norteamericana, antesala del Alca) sin abandonar el Mercosur, no va a facilitar el fortalecimiento de este emprendimiento y sobre todo, puede deteriorar los vínculos comerciales con el mayor comprador de la producción argentina. De hecho está ocurriendo lo que se temía: que lo medular de la política externa se vaya desplazando hacia la visión de Cavallo. Es él quien habla con líderes de grandes países.
Lo menos que se pude decir es que esa propuesta es inoportuna para volver a restablecer la armonía con Brasil si realmente el gobierno quiere acordar una posición conjunta en Quebec, para que los EEUU se comprometan a derrumbar las barreras a la producción, un proceso no sencillo y por lo tanto, que no debe estar sujeto a la imposición de fechas, ni aún el 2005.
Las reuniones que el ministro tuvo en Nueva York, no despejaron totalmente el panorama con el mundo financiero. Ya se sabe que Cavallo produce admiración por sus ideas, su practicidad y empuje. Y tiene padrinos poderosos. Pero su insistencia en introducir al euro como parte de las transacciones dentro del país y con Europa, porque facilitaría el intercambio y las inversiones del Viejo Mundo, así como la falta de precisiones sobre cómo cumplirá las metas fiscales después del agujero de mil millones de pesos con que se desfasaron las cuentas del primer trimestre, dejaron un tendal de dudas.
De todos modos, la fugaz visita del jefe del gobierno francés, Lionel Jospin, y del presidente de China Popular, Jiang Zemin, son excelentes ocasiones para que el gobierno exhiba independencia. Pekín fue visualizado como un aliado estratégico para el Asia y allí estuvo el presidente meses atrás para reforzarlo. El incidente chino-norteamericano, que parte de las necesidades de política externa de Washington y para poner en movimiento su maquinaria industrial bélica, como medida anticrisis, hace sentir su peso sobre la Argentina. De esto y no sólo del Alca, habló con el presidente el negociador de Bush en ese objetivo, Robert Zoellick, un hombre influyente.
El euro o la presencia de Europa
La propuesta para utilizar el Euro no es un juego teórico. Es la moneda de los países que encabezan las inversiones en nuestro país. Solamente España supera a las de los EEUU; Francia tiene en la Argentina la prioridad de sus intereses en Latinoamérica y ya se sabe del peso de las italianas y alemanas. El país necesita apoyarse en esta realidad y el Mercosur es el ámbito que los europeos reconocen como el más razonable para ampliar los negocios. Hay una realidad creciente: es la lucha por los mercados entre EEUU y Europa, que se expresa entre el dólar y el euro.
Latinoamérica no solo apetece a ellos: los chinos comienzan a pedir espacio como lo revela la gira de su presidente. La idea del euro como moneda de transacción es un acto del realismo del contradictorio Cavallo. También la de conseguir que el Banco Central deje de ser un obstáculo para la reactivación. El ministro pidió que sea de 4 puntos la liberación de encajes para facilitar liquidez y detener el alza de las tasas. Pedro Pou le cedió solo 2. Como siempre, el ministro pega y luego aclara o pide disculpas. Lo que no hay que perder de vista son sus objetivos y por eso él no encuentra una contradicción en criticarlo a Pou un día después de haberlo felicitado. Pero quiere su relevo para que el Banco Central entre en sintonía con sus propuestas de reactivación y en defensa de las presiones para que de la crisis se sale dolarizando la economía.
En su objetivo de disciplinar al establishment detrás de su política el ministro encuentra obstáculos en un sector de banqueros, pero va ganando por las expectativas que genera a lo más fuerte de la industria incluso en sectores de menos peso. Por ahora, salvo los gravámenes a las transacciones comerciales y los anuncios para defender la producción de la competencia, hay mas promesas que realidades. El abismo que lo coloca en el Palacio de Hacienda sigue en el mismo sitio. Sólo hay menos mareados y alguna posibilidad de llegar al valle.
En el entorno presidencial brindan como en los días del fugaz furor por el blindaje. Celosos prematuros pergeñan limarle protagonismo al ministro proclamando la reelección en el 2003 de De la Rúa. Otros como el titular de educación, Andrés Delich, piensan que son innovadores instalando inoportunamente un debate sobre el ingreso las altas casas de estudio. La propuesta puede desatar un enfrentamiento con las Universidades que debilitarían más al presidente. Prudentes funcionan los gobernadores radicales y el jefe del gobierno porteño; apoyaran lo positivo, no dejarán de criticar lo que consideren perjudicial: el enfoque de la Alianza política que llevó a la Rosada a De la Rúa y que no está representada en el gobierno.
Las penurias de Chacho
Necesita que se exprese, no solamente por tranquilizar a radicales y frepasistas sino para equilibrar el poder de Cavallo. El Frepaso sufre una sangría en la Cámara baja, en la legislatura bonaerense y del único representante del Partido Socialista Popular que dejó su cargo en el gobierno en repudio al ministro de Economía. Algunos piensan que la hégira se podría frenar con una representación política de nivel de esa agrupación en el gabinete. La idea de repartir representaciones mediante el recurso de crear nuevos ministerios, es contradictoria con los mensajes de austeridad. ¿Pasa ahora realmente el problema por ese camino? ¿O se hace necesario que el presidente, Raúl Alfonsín y Carlos Chacho Alvarez encuentren un ámbito de decisiones políticas que satisfaga a la Alianza hasta que Cavallo muestre que se sale del abismo? \De estas cosas hablan Alfonsín y Chacho, sin encontrarle la vuelta. Algo tienen claro: deben lograr la mayor cohesión posible para poder actuar en la Cámara baja como contrapeso del ministro, si este va más allá de las delegaciones que le concedieron. En el radicalismo suponen que un frepasista de peso (¿Darío Alessandro?) debería ser jefe de Gabinete y algún alfonsinista de pura cepa en otro cargo relevante. Por ahora no da para más que regrese Marcos Makón en el manejo de los fondos solidarios si media un compromiso político presidencial que no se le pondrán trabas desde otros ministerios.
Aunque se quiere evitar hablar de las elecciones de octubre están en el cuchicheo de todo el espacio político. Va de suyo que brotan las especulaciones. Si Cavallo integrará la Alianza, como lo deslizó el presidente ante el furor de muchos radicales y la prudencia de Chacho, o si Acción por la República hará las combinaciones que más le interese para la acumulación política de su jefe. Son ejercicios de imaginación que tienen el eco de un canto bajo la ducha. Montarse en el éxito anticipado es otra muestra de inmadurez de personajes del entorno presidencial. Un grupo no formal, que integran el hermano del presidente Jorge (que estuvo a punto de irse cuando se aprobó el plan López Murphy) y Nicolás Gallo, busca amortiguar el peso de los amateurs.
Todo depende no del triunfo de una gestión, Cavallo no tiene tiempo para tanto si en octubre se piensa, sino mostrar que hay un cambio en la tendencia que justifique que se mantengan las expectativas de la gente. Una frustración provocaría lo imprevisible pero sobre todo un desaliento generalizado.