| | Un juez pide testigos para aclarar el asesinato del aerobista belga A un mes del crimen en el parque Urquiza no hay una sola pista del homicida de Manuel Baudhuin
| "Si alguien sabe algo, que vaya al juzgado o la policía y lo cuente. Tal vez así se puedan conseguir pistas para identificar al homicida". Esta es la explicación del juez de Instrucción Alfredo Ivaldi Artacho a una medida poco común que él mismo tomó hace días y dio a conocer a La Capital: pedir públicamente a los testigos de un crimen que se presenten ante los investigadores y aporten cualquier dato que pueda resultar útil para esclarecer el caso. Para el juez, esta puede ser una de las últimas oportunidades ya que las pesquisas prácticamente se agotaron y están ante la posibilidad cierta de estancarse. El homicidio que investiga Ivaldi Artacho es el de Manuel Baudhuin, de 67 años, quien nació en Bélgica y se mudó a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí se casó, tuvo una hija -que ahora tiene 25 años- y se ganó la vida dictando clases particulares de francés. El domingo 4 de marzo de este año, Baudhuin corría por el parque Urquiza cuando fue emboscado por una persona que quiso robarle el walkman y la riñonera. El se resistió al atraco y forcejeó con el ladrón, quien en medio de la pelea le aplicó un puntazo mortal al costado del corazón. Un rato después la policía arrestó a un muchacho y lo acusó del crimen. Lo hizo basándose en datos aportados por dos testigos anónimos que llamaron por teléfono al Comando Radioeléctrico. Lo que hicieron esos testigos, según la policía, fue aportar el nombre del presunto homicida, a quien hasta identificaron por su apellido. Esa persona es Adrián Conforti, un muchacho de 18 años. Conforti vive a escasas dos cuadras y media del escenario del homicidio, que ocurrió en Chacabuco y barrancas de la avenida Pellegrini. Conforti ya tenía antecedentes de robo e Ivaldi Artacho lo procesó como autor de dos atracos. Pero en la investigación del homicidio de Baudhuin habría pocos elementos para incriminarlo y es por eso que el juez decidió agotar los medios para establecer si fue él o si, por el contrario, el homicida es otra persona. Ivaldi Artacho está casi convencido de que hay más gente que presenció el hecho. Y también intuye que esa gente no habla porque tiene miedo. El, como la mayoría de los magistrados, sabe que los testigos siempre temen a las represalias. Y más cuando viven cerca de barrios marginales, como es el caso de los vecinos de Chacabuco y Pellegrini. Por eso el juez decidió convocarlas públicamente para que cuenten lo que vieron. Sabe que hubo gente que vio el forcejeo entre Baudhuin y el asaltante y hasta increpó duramente a éste último. Además, es probable que otras personas hubieran estado corriendo como la propia víctima. Muchos lo hacen, y con más razón un domingo por la tarde. Pero en en la causa judicial no hay registros de estos testigos y el juez está decidido a encontrarlos.
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