| | cartas Comedores insalubres
| Hay pocos corazones abiertos y pocos oídos prestos y demasiados personajes que se llenan la boca con hechos que no concretan. Pude observar con mucha angustia e impotencia cómo niños de nuestra comunidad que concurren a la escuelita del Ombú, en un día como tantos otros, se prestaban a almorzar un plato de mazacote de fideos con algo que distaba muchísimo de ser o parecer un tuco, en medio de un enjambre de moscas donde se hacía muy difícil hablar por temor de tragarse un puñado. Ni bien terminaban de comer "eso" buscaban agua y no había de qué beber, debieron bajar el mazacote con el jugo de una fruta. No son muchos los hombres que desde algún lugar del poder público, siendo su deber y pudiendo hacerlo, se acerquen a palpar la situación que motiva mi reclamo. Un hombre se acercó: digno sería que otros lo quisieran imitar. No sólo se limitó a escuchar y observar sino que aportó una solución, y no pidió "votos a cambio de guardapolvos". Adrián Bravo
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