| | Editorial Los bomberos voluntarios
| Hace poco este diario se ocupó del insólito caso del jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Granadero Baigorria, quien, al quejarse por la escasez de recursos que padecen y la indiferencia oficial que observan, reveló que desde hace cuatro meses sus efectivos se movilizan en remises y taxis que pagan ellos mismos. Esto a raíz de que no cuentan con los modestos 3.000 pesos que les permitirían reparar la autobomba, actualmente desarmada por un intento frustrado de agrandar su cabina. Se trata de una situación que no podrá prolongarse más, porque "ya no tenemos más plata", dijo el subcomisario Alberto Soneyro. El jefe informó también que, pese a todo, el lapso que llevan movilizándose en vehículos particulares no impidió la participación del cuerpo en 36 incendios grandes, 15 de pastizales, ocho rescates de animales, cuatro de personas y en 15 accidentes de tránsito. Agregó que, en procura de auxilio, recurrieron a la Municipalidad local, cuya titular les hizo saber que de su parte no recibirían ayuda alguna y que, en caso de producirse un incendio, se recurriría a los bomberos de Rosario o de Capitán Bermúdez. Cuesta trabajo aceptar que en un distrito pegado a nuestra ciudad pueda darse una situación como la denunciada. Es que el más elemental sentido común indica que la demanda de la institución de servicio no es tan desmesurada como para que no pueda ser medianamente satisfecha. Es cierto que Granadero Baigorria padece la misma crisis que afecta a todo el cordón industrial, pero también lo es que su situación resulta infinitamente mejor que la de otros centros poblados santafesinos que, mucho más pobres todavía, no dejan de asistir, aunque más no sea de manera precaria, a sus bomberos voluntarios. Son aquellos que tienen verdadera conciencia de que, antes que un gasto, todo dinero destinado al sostenimiento, medianamente eficaz, de un servicio como el señalado constituye una inversión en la prevención. Porque de eso es de lo que se trata cuando se organizan instituciones como la que hoy se encuentra en la indigencia en Granadero Baigorria. Los cuerpos de bomberos voluntarios son instituciones con una alta vocación de servicio. Instituciones que contribuyen de manera importante y sostenida al mantenimiento de la tranquilidad social. Porque de eso es de lo que también se trata cuando estalla un incendio u ocurre algún accidente o catástrofe. Más todavía: lo hacen como complemento de aquello que, por distintos motivos que no vienen al caso analizar aquí, el Estado no presta o no alcanza a prestar de manera eficiente. En consecuencia, es un error enorme no prestarle un apoyo que, por lo que se ve, resulta atendible en tanto su mesura y proyección.
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