Lucas Ameriso
Son las tres de la tarde y José Tonelli recibe a La Capital en su casa de Rivadavia al 2500. Su hijo de un año sonríe y se divierte con un juguete que emite una canción de cuna, mientra su madre lo mira de cerca. Ellos saben que la ansiada paz hogareña se extinguirá a partir del jueves con los bocinazos de los autos, los gritos callejeros y la música tecno que traspasa la medianera que los separa de una disco. Las vibraciones se apoderan de la vivienda a punto tal que deben colocar escarbadientes en las aberturas para que no bailen los vidrios de la ventana. Como si esto fuera poco, desde la Dirección de Control Ambiental aseguran que existen sólo dos aparatos para medir la contaminación sonora en la ciudad. Hoy, la directora de Registración e Inspección, Analía Antik, recibirá a un grupo de vecinos de este barrio para abordar un conflicto que parece perdurar en el tiempo. En la casa de los Tonelli se vive al ritmo de la noche. "Me conozco de memoria el show que hacen acá al lado y eso que nunca entré al boliche", dice ya con cierto humor José, para explicar la invasión sonora que sufren cada fin de semana. José teme por su hijo, "porque puede padecer problemas auditivos que incluso compliquen su desarrollo normal". Las habitaciones, un depósito, el living y el baño tienen una pared lindera al local nocturno por donde "se filtran las vibraciones que provocaron el desprendimiento del revoque y hacen que a veces pongamos una frazada en el vidrio para que deje de vibrar", apunta el propietario. Su situación se torna más delicada con su bebé, que debió trasladarse desde su pieza al dormitorio de sus padres para poder conciliar el sueño. "Puse la cuna en un lugarcito a donde llega menos el ruido", grafica el jefe de familia, y acota: "¿Cómo se hace para dormir con los graves de la música tecno en la nuca?". Cristina, su mujer, agrega: "El living se transformó en una pasarela, porque se escuchan el sonido de los taquitos de las mujeres y pasos durante toda la madrugada". Hoy, los Tonelli y un grupo de vecinos mantendrán una reunión con Antik y el presidente del Concejo, Pablo Cribioli. "Se solicitará la derogación de la ordenanza 6.326 (que legisla sobre las zonas de radicación de las confiterías), porque atenta contra el derecho constitucional de la igualdad ante la ley, y la clausura de las disco en lugares densamente poblados", resume el vecino, y advierte: "Mientras tanto, que reine el control adentro y afuera de los boliches". En tal sentido, el director de Control Ambiental, Oscar Caviglia, confesó a La Capital que para medir la contaminación sonora en todo el municipio "existen sólo dos decibelímetros", pero señaló que esta situación obedece a "un capricho del señor (Jorge) Gallo (titular de Política Ambiental), a quien se le reclamó hace tiempo y por escrito que adquiriera dos medidores de ruido más". Sobre el caso puntual de Rivadavia al 2500, Caviglia se comprometió a realizar "operativos de medición sorpresa, para verificar si efectivamente se sobrepasan los niveles permitidos".
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