El saxofonista Maceo Parker brindó en el pub porteño La Trastienda un vibrante festival de funk con todos los recursos de las mejores bandas del género, en la que se destacaron los cambios constantes de vocalista, ajustados solos y una base rítmica arrolladora que hizo bailar al público sobre las sillas.
A diferencia de su primera visita al país, concretada hace justo un año, Parker ofreció un recital más "caliente", netamente volcado al funk y hasta con algunas introducciones de rap y hip-hop, bailable y contagioso.
En esta oportunidad, aparte de hacer un recorrido por su extensa trayectoria de siete discos solistas, no faltaron covers de temas de Prince, Paul McCartney y hasta algunos guiños a James Brown, quien lo lanzó a la fama hace más de una década.
"Mi función no es sólo tocar un instrumento. Es reflejar, casi como un historiador, qué sucede con una parte de nuestra música y de ahí que se encuentren el funk, el rap y el hip-hop enrollándose con mi música", dijo Parker a la prensa antes de comenzar esta serie de recitales que lo tuvieron hasta antenoche en Buenos Aires, para luego trasladarse a la ciudad de La Plata.
El maestro de ceremonias
El show mostró a Parker como un gran maestro de ceremonias que comandó una aceitada máquina de ritmo y un trío de cantantes que rápidamente hicieron bailar a las 500 personas -en su mayoría treintañeros- que pagaron hasta 25 pesos para escucharlo en vivo.
Su hijo Corey, ovacionado por la platea femenina, junto las voces de Swett Sheprell y la mítica Marta Hunt (egresada también de la banda de James Brown), se alternaron para cantar o hacer coros, mientras la banda marcaba ese groove intenso que caracteriza el estilo musical de la propuesta.
No faltaron, siguiendo la tradición del jazz, las interpretaciones solistas para el lucimiento personal de cada integrante de la banda.
Así se florearon Ron Tooley en trompeta, Greg Boyer en trombón, (toda una demostración de la vigencia de ese instrumento) Will Boulware en órgano Hammond, Brunbo Speight en guitarra, Rodney Curtis en bajo eléctrico y Jamal Thomas en batería.
Para destacar fue el buen sonido que no aturdió y que permitió escuchar con nitidez cada fraseo y cada quiebre de un show que culminó con la gente bailando arriba de las sillas y con un par de audaces espectadores ocupando el centro del escenario para cantar también ellos junto a la mágica orquesta liderada por Parker. Con este show el saxofonista se acercó aún más a sus seguidores argentinos, que el año pasado se sintieron un poco decepcionados.