Llegar a La Habana es como retroceder en el tiempo y entrar en un museo viviente. Los vehículos antiguos, construcciones devenidas en escombros, la humildad del cubano que abre su corazón al viajero para contar su historia, dibujan una postal encantada.
Los colores desteñidos de los edificios, rosa, verde y amarillo, se mezclan con las vivas vestimentas de la gente y el imponente mar, conformando una paleta casi perfecta que se modifica según el clima. El atardecer en el Malecón es un espectáculo inigualable: tonos de rosa y celeste juegan sobre las aguas, pintándolas con libertad. Y los ocasos lluviosos no tienen desperdicio, pinceladas de gris y azul oscuro bailan al compás de los relámpagos.
Teatro de La Habana
Un punto de referencia es la plaza de la Revolución y Memorial José Martí, escenario de importantes acontecimientos históricos y rodeada por el Teatro y la Biblioteca Nacional, la legendaria imagen del Che Guevara -un clásico fondo para las tomas fotográficas- y el Palacio de Gobierno.
En pleno centro de La Habana Vieja, el Capitolio muestra su fachada amarrillenta, con largas escalinatas y una construcción más artística que arquitectónica. Alrededor de este edificio se ubica el Gran Teatro de La Habana, impactante por donde se lo mire. Diferentes esculturas de figuras humanas, algunas aladas, exhiben precisión, delicadeza, sensibilidad y talento.
La contracara de la ciudad son sus barrios residenciales, como Miramar. Allí se ubican las representaciones diplomáticas y comerciales, empresas extranjeras que invierten en Cuba, hoteles y centros comerciales.
Vedado es un lugar exclusivo del siglo XX donde se asentó la burguesía habanera en ostentosas mansiones. Constituye hoy el centro de la agitada vida económica y social de la capital. Ministerios, empresas, medios de comunicación e instituciones culturales, además de lujosos hoteles, restaurantes, bares y centros nocturnos conviven en este sector, separada del mar por el extenso Malecón.
Bodeguita del Medio
La belleza contrastante de La Habana colma cualquier espíritu, hasta el del más apático e indiferente.
Como sitio recurrente en el itinerario de visitas, la Bodeguita del Medio es el restaurante-bar más característico de La Habana Vieja, donde se elaboran los imperdibles mojitos, trago típico elaborado con ron, limón, azúcar y hierbabuena, además de diversos platos típicos, como el picadillo a la habanera, carne con papas, carne asada, mariscos y pescados siempre muy frescos.
Entre las opciones nocturnas están los famosos espectáculos de salsa como el Tropicana, el Parisién (Hotel Nacional de Cuba) y el Turquino (Habana Libre Tryp).
Cuando cae la noche, La Habana no pierde su encanto. La oscuridad se acentúa, desde el mar llegan brisas misteriosas y los colores de las construcciones se cargan de negro, sin perder sus auténticos colores.
Y todo se cubre de mágico encanto. La Habana sigue fiel a un estilo único, inconfundible, utópico.