Susana Rosano
Journey through the Laberynth", un verdadero clásico para los estudiosos de la novela latinoamericana del siglo XX, le llevó 4 meses de escritura. Su editor, entonces, decidió encargarle la biografía de Gabriel García Márquez. Pero esta vez la tarea fue más allá de los cuatro años planificados originalmente. Y desde hace diez, el especialista en literatura iberoamericana Gerald Martín sigue los pasos del inmortal Gabo por gran parte del mundo. Aunque hace 30 años que su residencia principal está en México, García Márquez tiene varias casas en Colombia, en Barcelona, en Francia y en Cuba. Seguirle la pista, además de complicado, es muy costoso. Y mientras tanto, el biógrafo debe vivir su propia vida... Gerald Martin es inglés, especialista en narrativa latinoamericana del siglo XX, doctorado en la Universidad de Edimburgo, Inglaterra, profesor en el Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, y director del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Su exhaustivo trabajo de investigación sobre la obra de Miguel Angel Asturias -de quien se encargó de la edición crítica de la editorial Archivos- tal vez sea su obra más conocida entre los especialistas de la literatura iberoamericana. Martín -para quien "Cien años de soledad" es "la novela del siglo"- se refirió a su trabajo como biógrafo de García Márquez, recordó algunos momentos de la vida y de la obra del colombiano, analizó su relación con Fidel Castro, recordó su propio paso por Aracataca y desmenuzó el lugar que ocupa Macondo en el imaginario continental. La entrevista para La Capital se realizó en Pittsburgh, Estados Unidos. -¿Desde qué lugar se planteó la escritura de esta biografía? -Es bastante complicado. Hasta hace 20 o 30 años las biografías eran casi todas iguales. Existía una manera objetiva de escribir. Los ingleses decimos que la biografía más famosa de todos los tiempos -en la segunda mitad del siglo XVIII- es la que hizo James Boswell de Samuel Johnson, donde él mismo figura como un personaje de la biografía, ya que básicamente se construye a partir de los diálogos entre ambos. Pero en los últimos años las biografías se han construido más como microhistorias. En la posmodernidad, muchas biografías se convierten en ficcionales o el biógrafo mismo aparece como un personaje real o ficticio, como el caso de la biografía sobre Reagan que se editó el año pasado, donde el biógrafo inventa un personaje que puede tomar cosas de la historia que el mismo Reagan no es capaz de sacar. -¿El hecho de que sea un extranjero en América Latina dificulta su trabajo? -Mi proceso de investigación ha sido interesante. Normalmente los biógrafos hacen sus obras sobre personalidades que son de su propia nacionalidad. La mirada de un extranjero es interesante pero también puede convertirse en un problema. Si tuviera que escribir, por ejemplo, la biografía de Martin Amis para los ingleses, no tendría por qué explicar, contextualizar, un millón de cosas. En general, cuando escribo, lo hago para latinoamericanos o latinoamericanistas. Pero en este caso estoy escribiendo la biografía de García Márquez básicamente para los ingleses. Y las únicas cosas que saben los ingleses sobre América Latina son las menos interesantes, los estereotipos. La verdad es que la vida de Gabo se presta para muchos estereotipos. Entonces, hay que tener cuidado en este punto. También en la escritura tengo en mira al público norteamericano, que es muy diferente al inglés, y finalmente mi discurso es casi siempre con los latinoamericanos en mente. Tres públicos muy diferentes, lo que complejiza mucho el trabajo... -¿Y todos estos intereses se pueden conciliar en una sola obra? -Tengo recién la primera versión, pero voy a escribir dos libros biográficos. Uno será finalmente una biografía bastante tradicional, donde comienzo con una retrospectiva que posiblemente sea García Márquez recibiendo el Premio Nobel. No va a ser una biografía deconstructiva ni posmoderna. Creo que tendrá que ser en una estilo parecido al de García Márquez, bastante diáfano, bastante declarativo. Además escribiré otro libro sobre la experiencia de haber biografiado a García Márquez, los lugares del mundo que he tenido que visitar, mis experiencias viajando por la costa con los hermanos de García Márquez, como si fuera la familia Buendía; las entrevistas con gente muy famosa y otros totalmente desconocidos. Creo que va a ser interesante, y por otro lado los editores tienen en claro que cualquier cosa sobre García Márquez vende mucho. -¿Por ese motivo aceptó la oferta del editor? -La acepté porque me interesaba obviamente García Márquez. Pero también por el motivo por el cual me ha interesado desde hace muchos años la literatura y mi trabajo: un pretexto para visitar y vivir en América Latina, para conocerla mejor. Desde hace diez años entonces "persigo" a ese personaje, García Márquez, y lo he visto en situaciones muy diferentes, lo que me da una excelente perspectiva. Conozco bastante bien a su familia, a muchos de sus quince hermanos, y me puedo contar como uno de sus amigos. -Desde muchas aristas, uno podría pensar que García Márquez es un personaje ideal para ser biografiado. -Sí, es indudablemente el escritor más famoso del mundo. Es uno de los dos o tres escritores latinoamericanos que han podido vivir básicamente de sus libros y el primero que lo hizo. Además es superfamoso. Comparte con Fidel Castro, su mejor amigo, el hecho de ser los dos latinoamericanos más conocidos en el mundo. Si uno va a Turquía, a Rumania o a cualquier parte del mundo, se lo conoce, También ha tenido un impacto enorme en la novela del tercer mundo. El realismo mágico es una opción en todos los países ex coloniales. Salvadas las diferencias, García Márquez se ha convertido en una celebridad como Chaplin, como Pelé. También es ideal para un biógrafo el hecho de que García Márquez haya vivido tantas vidas diferentes, y en cada una de sus etapas atravesó situaciones fascinantes. -¿Cómo es la relación de García Márquez con Fidel Castro? -Es muy complicada. Los enemigos de García Márquez dicen que es un cortesano, un adulador. Cuán ortodoxo es Fidel también es una pregunta muy complicada. Nos podemos acercar a esta relación desde muchos costados. García Márquez era socialista. Frente al caso Padilla, en el 71, se dividieron las aguas y con ellas los escritores latinoamericanos. Vargas Llosa y Fuentes optaron por el lado más liberal, García Márquez y Cortázar se pusieron del lado del gobierno cubano. En esa época, García Márquez estaba buscando la manera de reencontrarse con la Revolución y con Fidel. Gabo fue muy ambicioso y relacionarse con una figura monumental como Fidel era un punto interesante. Pero creo también que aquí está implícita una visión sobre América Latina. Para García Márquez Fidel representa, encarna, la dignidad de América Latina. Y a él le obsesiona esta cuestión, la de la emancipación, la de la independencia, la autonomía, el respeto que el resto del mundo debería tener por América Latina y sin embargo no tiene. Fidel es una especie de símbolo de esa dignidad que García Márquez ha buscado desde siempre, la segunda emancipación de América Latina, un segundo Bolívar. Pero en su relación con Fidel también hay otros elementos. Ambos son hombres del Caribe. García Márquez es un costeño obsesionado con el Caribe que siempre ha dicho que el mismo Bolívar era caribeño. Y Fidel como Gabo nació muy cerca de donde imperaba la United Fruit Company, en la misma época, Fidel es del 26 y él del 27. Ambos son grandes maestros del discurso. Y esto sólo para empezar... -¿Qué hace García Márquez hoy? -Es necesario reconocer que ha sido siempre un hombre muy positivo, muy activo. Basta con ver los seis tomos con los centenares de artículos periodísticos que escribió. Él organizó la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en San Antonio de los Baños, en Cuba, y un taller de periodismo en Cartagena que tiene una sucursal en México. Siempre pensó que el cine era importante y su intención fue establecer, después del nuevo cine latinoamericano de la década del 60 y el 70, un cine latinoamericano independiente que no tuviera que ver con Hollywood y que fuera serio. -En esta capacidad innata de García Márquez, el de ser un gran narrador de historias, tuvo mucha importancia su familia. -Sí, he encontrado tres elementos muy importantes en su niñez: la abuela, que narraba historias con una gran cara de palo; el abuelo, coronel de la Guerra de los Mil Días que le contaba historias reales sobre la guerra y sus hazañas militares. Al mismo tiempo, Aracataca, el pueblo dónde nació.
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