Año 49.074
 Nº CXXXIV
Rosario,
domingo  01 de
abril de 2001
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Emancipación, universalismo, internacionalismo

Michael Lowy

Desde hace algunos años asistimos a un formidable proceso de expansión del mercado capitalista mundial que se acompaña de una victoriosa ofensiva ideológica del neoliberalismo. Contrariamente a lo que pretenden los neoliberales, esta globalización capitalista no contribuye en nada a crear un "nuevo orden mundial" pacífico y armonioso; por el contrario, ésta alimenta los temores "identitarios" y los nacionalismos tribales. La falsa universalidad del mercado mundial desata los particularismos y endurece las xenofobias: el cosmopolitismo mercantil del capital y las pulsiones identitarias agresivas se alimentan mutuamente. Por otro lado, bajo el manto de su discurso "mundialista", se ocultan intereses concretos y estrictamente particulares: los de las grandes empresas multinacionales y de las potencias capitalistas avanzadas.
Algunos términos han dejado de "estar de moda". Es el caso de la palabra imperialismo, prohibida por el pensamiento único. Sin embargo es gracias a este concepto que podemos escapar de las trampas del falso universalismo "euro-centrista" -u "occidental"- que pretende imponer a todos los pueblos del mundo, y sobre todo a los periféricos, con le pretexto de la "civilización", la dominación del modo de vida burgués/industrial moderno: la propiedad privada, la economía de mercado, la expansión económica ilimitada, el productivismo, el utilitarismo, el individualismo posesivo y la racionalidad instrumental.
No se trata de negar el valor universal de ciertas conquistas de la cultura europea posterior a 1789, como la democracia, la laicidad y los derechos humanos. Se trata simplemente de rechazar el falso dilema entre el pretendido universalismo "occidental" y el culto de las diferencias culturales; o, en el caso de la unificación europea, entre la unidad capitalista/mercantil supranacional y el repliegue nacionalista sobre las "patrias" existentes.
Es preciso reflexionar sobre las posibilidades de realización de un universal concreto (en el sentido que Hegel daba al concepto) capaz de integrar en sí, bajo la forma de la Aufhebung -la superación/inclusión- dialéctica, toda la riqueza de lo particular. Es decir, un universalismo que respete la diversidad de culturas sin absolutizarlas y que no sea una mera fachada del particularismo occidental.

(fragmento de una nota de Observatorio Social de América Latina, Buenos Aires, nro. 3)


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