Marcelo Menichetti
Pocos nombres concitan la adhesión o el rechazo del público, pero los que lo logran pasan a ocupar un lugar en la memoria de la gente. Al fenómeno se lo denomina fama. Y nadie duda de que Evaristo Monti es famoso. El periodista, que a los 75 años pidió licencia en el Concejo Municipal para volver a la radio, confesó a Escenario que está convencido de que "el periodismo, salvo que se alcancen niveles muy altos de poder, es más importante que la política". -¿Por qué vuelve a la radio? -Es una cuestión casi hormonal. Uno escucha la radio, ve la televisión, lee los diarios y le parece que tendría que estar allí. Son muchos años de costumbre, de vocación, de voluntad, de éxitos, de fracasos. -¿No tiene miedo de que le vaya mal? -Sí. -¿Cómo enfrenta esta nueva etapa? -Yo tengo una gran conducta. Sé que me tengo que levantar a las cinco y media de la mañana y eso me manda a dormir a las nueve de la noche. Voy a tener que tirarme un rato también a la tarde y, por supuesto, hacer dieta. Hay quienes dicen que pueden hacer un trabajo intenso acostándose tarde o comiendo copiosamente. Yo no puedo. Cuando trabajé en la radio era un monje cartujo. El micrófono fatiga y hay que estar muy atento. La radio es muy atrapante. -Va a competir con Nacho Suriani... -Trabajamos juntos... -¿Que dos históricos como ustedes sigan en el aire significa que no hay recambio? -Somos inmortales... (risas). El futuro es de los viejos, porque viven más tiempo y, si no les agarra el Alzheimer, mantienen la lucidez por más tiempo. Así que con el correr de los años cada vez va a haber más viejos. El futuro es de los viejos siempre y cuando tengan espíritu joven. -¿Qué periodista le gusta? -(Bernardo) Neustadt. -¿Por qué? -Porque tiene un estilo definido, porque está jugado, porque es original, porque es entretenido, porque inventa cosas. Porque dividió la opinión entre los que lo odian y los que lo aman. Porque no le resulta indiferente a nadie. -¿Fue su caso? -Fue mi caso. Yo he despertado grandes odios, grandes broncas, grandes oposiciones y grandes afectos. A veces veo que uno le dice a otro: "Ahí está Monti". "¡Já!", le contestan. De la misma manera también se me ha acercado gente a preguntar: "¿Cuándo vuelve?". No sé cuál es la proporción, pero a mí siempre me han oído todos: unos para putearme y otros para seguirme. -¿Por qué deja la política? -Es que no estoy seguro de si la dejo... -Pero desde mañana estará en la radio y no en el Concejo. -Hemos pedido una licencia que durará un tiempo, después veremos... -¿Cómo se manejará con quienes hasta ayer fueron sus colegas en la política? -Les he hecho un discurso de despedida el jueves pasado en el Concejo. Les dije que me voy despojado de rencores y de odios. Tengo absoluta libertad para trabajar y todos tienen un amigo en LT8. Cuando haya que señalar errores lo voy a hacer, vengan de donde vengan. Nosotros no hacemos listas de prohibidos ni de réprobos. Yo he sido prohibido durante mucho tiempo, sé lo que eso significa, lo que duele. Todavía, en algunos medios de Rosario, sigo prohibido y el personal tiene instrucciones de no hablar conmigo, de no mencionarme y lo noto. -¿A qué atribuye esas actitudes? -Son viejos rencores, viejas broncas que no se han saldado. -Transitó por los caminos del periodismo y de la política, ¿en qué terreno piensa que la gente le cree más? -En el periodismo, creo yo. Como estuve durante tantos años cerca de la gente a través de los medios... (piensa) yo no reniego de la política ni me hago el importante, el buenazo, el superhonesto, no uso esa fórmula simplista, que está tan de moda, de decir que los políticos son todos corruptos, cosa que es mentira. Que los hay, los hay, pero también hay mala gente en el periodismo, en el deporte, en los negocios. Basta con leer las crónicas policiales para darse cuenta que los buenos están en todas partes y los malos también. Pero el descreimiento de la gente con respecto a la clase política es terrible. -El que ponga mañana LT8 va a escuchar un programa del siglo XXI hecho por un periodista del siglo pasado. -¡A la miércoles! Eso me mata. A la perinola, ¿qué es eso? Vamos de nuevo: ¿qué es un programa del siglo XXI? -Cualquier programa que empiece ahora. La pregunta apunta a saber si vamos a escuchar al Monti que todos conocemos. -Sí. Los hechos son distintos y esto es lo que estimula al periodista. Muchas veces me preguntaron si la radio no me aburría. No me puedo aburrir porque éste es uno de los oficios que no permite la rutina. No es uno lo que lo hace cambiante, sino los hechos, los sucesos, la información y la percepción que se tiene. Cada programa es una cosa nueva. -¿Va a leer los diarios por radio o va a procesar información? -(Risas) A mí me alarma el servilismo que hay con respecto a los diarios. Ya lo dije muchas veces: "Los diarios trabajan para nosotros". Tienen 80 o 90 laburantes que hacen un diario entonces nosotros vamos tempranito, los miramos y nos van dando una guía. Pero yo veo que es frecuente el leerlos servilmente. La ideología que transmite el diario, la doctrina que transmite el diario, la damos por cierta. Yo no sé por qué. Los periodistas tiene que seguir la información, mejorarla, aumentarla, interpretarla -¿Qué música va a poner? -Bueno, yo he hecho siempre mis programas sin música. -¿Usted inventó eso? -Sí. Nosotros hicimos programas sin música. Uno de los grandes problemas que tuve con mis programas fue que los directores artísticos de las radios no soportaban eso. Decían que la música era para relajar, para distraer. Yo decía que si yo, la información, los comentarios, los columnistas los reportajes no entretenemos a la gente y no la atraemos somos un fracaso. Ahora, como el programa durará siete horas, después de las nueve y media de la mañana vamos a poner música. -¿Va a decir: "Echeme un tango"? -(Risas) Ya no va más eso. Ahora están buscando música moderna. Y si ponemos tangos van a ser modernos. Ya no va más (Juan) D'Arienzo, ni Aníbal Troilo. En eso soy un modernista. Ahora hay que poner (Rodolfo) Mederos y cualquiera de los músicos extraordinarios que hay en la actualidad. -¿Quiénes colaborarán con usted en el programa? -El número dos mío va a ser un periodista de Santa Fe muy bueno que se llama Juan Carlos Betanín. El coordinador será José Luis Botallo, el actual jefe del informativo de la radio. Desde Buenos Aires voy a tener a Bernardo Neustadt y a Guillermo Laborda, que es el jefe de Economía del diario Ambito Financiero. También va a trabajar con nosotros Jaime Barylko para los temas de familia. Vamos a tener un cordón bleu para dar clases de cocina y no para dar recetas. Será Silvia Castaño. En deporte lo tengo al (Sergio) Gordo Lapetra, que estudia el esfuerzo de los deportistas y pesa 110 kilos (risas). También estarán el doctor Fatal Jaef y Osvaldo Granados, en economía, y Rogelio García Lupo, en internacionales. Alfredo Velazco Ferrero hará policiales. -Usted fue uno de los primeros en utilizar palabras gruesas en la radio. Hoy es común escuchar las llamadas palabrotas en casi todos los medios. -Pero mal usadas. -¿Cómo se usa bien una mala palabra? -Una mala palabra de vez en cuando, es como una copita, que estimula y sienta bien. Pero una. ¿Qué se dice cuando uno se da un martillazo en el dedo? Pero tiene que ser oportuno, si no, molesta. Yo me dí cuenta de que había momentos en los que yo molestaba a la gente. Ya era demasiado. -Su público está formado por gente grande... -Eso es verdad. -¿Cómo va a conquistar públicos más jóvenes? -No sé. Vamos a ver. -Pero debe tener algún plan. -Mi plan es no tener ningún plan. -¿Cuál fue su mejor momento en la radio? -Nosotros tuvimos una etapa buena en la época de Alfonsín. Eramos una dura oposición. Después con (Carlos) Menem éramos oficialistas. Es difícil ser oficialista. -¿Más difícil que ser opositor? -¡Uf! Ser opositor es lindo porque siempre se encuentran fisuras en todas las actividades... -¿Qué siente al volver a LT8? -Yo trabajé durante muchos años ahí. Es una satisfacción personal importante. Alimenta el ego. Es un estímulo porque uno se siente reconfortado con uno mismo. Lo que quiero saber es cuánto tiempo me va a durar. -¿Alguna vez sintió que la gente no le creía más? -No, nunca sentí eso. Lo que sí noté es que en el periodismo existe una animosidad hacia mí realmente espantosa. No quiero responder con dureza porque estoy de vuelta de los rencores los odios. -¿Está reblandecido? -Lo que yo he aprendido, y este paso por la política ha sido importante en ese sentido, es que la crítica por sí misma, la censura y la agresión por sí mismas, tienen un valor, pero no todo el valor. Es decir, hay un problema verdaderamente acuciante, entonces todo se reduce a ponderarlo, diagnosticarlo. Yo lo hice mucho a eso y está bien, pero alguien tiene que resolver el problema. El periodista no es el que resuelve los problemas, pero tiene que dar lugar a que se conozcan las variantes de solución. -¿Volvió a la radio con objetivos y sin plazos? -Y depende de si me canso, si fracaso, si me va mal o de si me dicen: "Dedicate a la política que te vamos a apoyar" (risas). -¿Es larga la lista de los que dicen: "Yo con Monti no hablo"? -En este momento chivo conmigo, desde hace mucho tiempo, está (Horacio) Usandizaga. No sé si vamos a poder reconciliarnos o no. Después, (Raúl) Alfonsín. (César) Menotti no hablaba con nosotros, pero ahora no sé... Otros no sé. -¿Qué espera para este año? -Hermano, yo soy periodista...
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