La Habana. - Viejos contrincantes finalizaron ayer con un recorrido por Bahía de Cochinos (playa Girón) una inédita reunión de tres días sobre el primer intento de una administración de Estados Unidos por deshacerse del gobierno revolucionario cubano encabezado por Fidel Castro. La conferencia académica "Girón 40 años después", en la que Castro estuvo presente todo el tiempo, puso cara a cara a ex miembros de la brigada anticastrista de asalto 2506, que desembarcó en abril de 1961 por esa región a 125 kilómetros al sudeste de La Habana, y a jefes y oficiales cubanos que los enfrentaron.
Comandada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aprobada por el presidente Dwight Eisenhower y luego asumida por su sucesor John F. Kennedy, la denominada operación Pluto constituyó un desastre para los 1.400 exiliados cubanos, entrenados y equipados por la CIA, que fueron derrotados en 72 horas por tropas cubanas dirigidas por el propio Castro. Un total de 110 documentos de unas 800 páginas hasta ahora secretos fueron desclasificados, entre ellos uno de la CIA que proponía el asesinato del líder cubano en diciembre de 1959, menos de un año después de su llegada al poder.
Autocrítica
Las autoridades cubanas aseguran que sus servicios de inteligencia han detectado más de 600 complots e intentos de dar muerte a Castro, el último en noviembre pasado en Panamá durante la X Cumbre Iberoamericana. Otro documento de 16 páginas, entregado el viernes a la prensa y elaborado el 12 de agosto de 1961 por el entonces jefe de operaciones de las Fuerzas Revolucionarias, José Ramón Fernández, es autocrítico sobre las operaciones realizadas por sus tropas para repeler la agresión.
En el texto, el actual vicepresidente de Cuba sostiene que a pesar de la aplastante y rápida victoria cubana sobre los invasores anticastristas "no se contó con un Estado Mayor organizado ni tampoco con personas que estuvieran verdaderamente calificadas para estas labores". En cuanto al mando, sostiene que "se confrontó la dificultad de que muchos jefes subordinados actuaban con criterio propio, sin cumplimentar estrictamente las órdenes que se les daban, ya fuera unas veces por tratar de hacerlo mejor, otras por no comprender y otras por negligencia o abandono". "Aunque en muchas ocasiones, las unidades avanzaban con un valor excepcional, no se desplegaban apropiadamente en el momento oportuno y no hacían fuego con la efectividad e intensidad que era de esperar, no por cobardía sino por falta de entrenamiento", subraya el documento, que permaneció con el sello de secreto durante cuatro décadas.
El crítico y pormenorizado informe de Fernández también indica, entre otros, que "en general se desconocía cómo emplear los vehículos, hasta dónde llegar con ellos, cómo camuflajearlos y ocultarlos". "Ello trajo como consecuencia que vehículos que hubiéramos podido conservar resultaron dañados o destruidos, así como congestión de tráfico y puntos de identificación para que la aviación enemiga descubriera nuestras concentraciones", indica.
En otro punto señala que "se carecía de una policía militar o tropa análoga que controlara la evacuación, el paso de civiles del frente a la retaguardia, los rezagados, el personal extraviado". Asimismo critica que los cañones de 85 milímetros "llegaron con las granadas no preparadas para ser disparadas, con lo cual se demoró un tiempo precioso, ya frente a las posiciones enemigas".
Un pequeño paso
Si bien funcionarios de la isla han descartado un acercamiento entre La Habana y Washington producto de la conferencia, algunos de los asistentes sí han expresado su confianza en que el foro sea al menos un primer paso hacia una reconciliación entre los antiguos contrincantes cubanos.
La delegación estadounidense de más de medio centenar de personas también aportó documentos desclasificados, entre ellos conocidos planes de la CIA para asesinar a Castro y varios comentarios sobre el líder cubano. "Sería un serio error subestimar a este hombre, tiene una fuerte personalidad y es un líder nato de gran valor y convicción", dijo un memorando confidencial del Departamento de Estado después de la visita de Castro a Estados Unidos en 1959