Shi Yuguang cultiva sus arrozales como casi todos los demás habitantes de la aldea de Guima. Pero a diferencia de los otros aldeanos, este campesino también trata a los enfermos. Shi es un personaje notable en las fértiles pero empobrecidas colinas del sur de China. Es lo que se llama un "médico descalzo", parte del millón de campesinos que fueron entrenados para proporcionar atención médica básica en la década revolucionaria de 1960.
Aunque ahora se ha descartado ese término en favor de "médico de aldea", sus tareas no han cambiado demasiado. Shi atiende a 700 personas en Guima y sus alrededores. Todos son miembros del grupo étnico que en Occidente es conocida como los Hmong.
Su clínica comprende dos salitas austeras, iluminadas por una sola lámpara fluorescente junto a su casa de tres pisos, construida sobre pilotes para aislarla de la humedad provocada por las lluvias frecuentes. Abajo se guarecen los patos y búfalos que cría para alimentar a los cinco miembros de su familia. También cría perros que sacrifica para comerlos cuando alcanzan cierto tamaño.
Shi recibe pacientes durante una hora antes de ir al arrozal y nuevamente a su regreso. Receta pastillas y a veces inyecciones para los males comunes: tos, otitis, diarrea, infecciones de la piel.
La clínica trabaja con lo mínimo. Hojas arrancadas a viejos calendarios sirven para envolver medicamentos. Las cucarachas corren entre los frascos de medicamentos en un viejo mueble de madera. Cuando se acaban las provisiones, Shi camina a Danian para traer más.
El aldeano de 37 años no había estudiado medicina cuando sus coterráneos le pidieron, hace 16 años, que ocupara el lugar del médico recientemente fallecido. Desde entonces ha recibido seis meses de instrucción en Danian y en ocasiones asiste a clases en la ciudad más cercana.
La crisis del sistema de salud
A pesar de la abnegación de las personas como Shi, la atención médica rural en China está en crisis. Las reformas de mercado han reducido el presupuesto oficial y amenazan con eliminar los avances logrados por los "médicos descalzos".\Se presiona a las clínicas para que obtengan ganancias y ayuden a cubrir los sueldos de los médicos aldeanos. En muchas aldeas, eso significa aumentar los precios de medicamentos y análisis de laboratorio. Los precios suelen ser excesivos para los campesinos, que ganan apenas 1.655 yuan (200 dólares) anuales.\"Al principio trataba a los pacientes, incluso si no podían pagarme. Pero luego se me acabó el dinero para comprar medicamentos y no podía seguir tratándolos", dijo Shi.\En determinado momento pensó en dejarlo todo y unirse a las decenas de millones de chinos que emigran a las ciudades en busca de trabajo.\Entonces apareció Médicos Sin Fronteras. El grupo, ganador del premio Nobel, llegó a la remota región de Guangxi hace cinco años para ocuparse del sistema de salud rural. Construyó clínicas, incluida la de Shi, y colaboró con las autoridades locales para financiarlas.\En junio, cuando el gobierno dejó de pagarle el sueldo, Médicos Sin Fronteras hizo un aporte.\El grupo estudia la posibilidad de crear un fondo para un seguro médico en Guima, aunque Shi sospecha que muchos aldeanos no podrán hacer su aporte. Algunos no pueden pagar siquiera los medicamentos que se supone debe vender con un pequeño margen de ganancia.\"La situación de los pacientes me aflige. No puedo dejar de atender a un enfermo, y si él no puede pagar, pago yo", dijo Shi.\"No gano dinero con el ejercicio de la medicina. Lo hago para ayudar a la aldea", agregó.