La violencia en escuelas de Estados Unidos avanza a un tiroteo por semana y, mientras se discute si son culpables de esas atrocidades la Segunda Enmienda constitucional o la televisión, nadie sabe cuántos niños mueren al año por las armas de fuego. La matanza de la escuela Columbine de Littleton, Colorado, con 15 muertos, en abril de 1999, conmocionó a la sociedad estadounidense, que es capaz de erigir un memorial después de cada tragedia, pero no puede poner coto a la violencia escolar.
La Escuela Granite de El Cajón, con cinco heridos, la de Santana, en Santee, con dos muertos y 15 heridos, ambas en California, y otro colegio en Detroit, Michigan, con cinco heridos, han escrito este mes de marzo su nombre entre los centros escogidos por la locura de las armas. Nadie sabe cuántos menores y jóvenes mueren cada año en EEUU, porque no existe obligación de llevar un control oficial, o porque no hay unanimidad sobre si incluir o no los suicidios, o si es violencia en la escuela un crimen cometido tras la verja del recinto educativo.
"No hay ningún mandato que obligue a informar sobre los crímenes y los datos se recogen aquí y allá en fragmentos", opina Ronald Stephens, quien dirige un centro privado de seguridad escolar en Westlake Village, California.
Uno de los organismos que ofrece algunas cifras al respecto es la organización Handgun Control, que milita en contra de las armas. "No es necesario un Columbine o Jonesboro -los nombres de dos de las peores tragedias- para darnos cuenta de que los niños de EEUU tienen más riesgos por armas de fuego que los de ningún otro país industrializado", opina la organización, que acaba de criticar al gobierno del presidente estadounidense, George W. Bush, por no atajar el problema.
En un año, según los datos de esta organización, no muere por arma de fuego ningún niño en Japón, 19 en el Reino Unido, 57 en Alemania, 109 en Francia, 153 en Canadá y 5.285 en los Estados Unidos. La alarmante cifra no se refiere solamente a las escuelas, por supuesto, incluye suicidios, crímenes y violencia en general, pero la que se desarrolla en las escuelas es la menos comprensible de todas.
Para Handgun Control, la explicación está en la facilidad con la que los niños y los jóvenes estudiantes pueden acceder a las armas en sus hogares, en un país con cerca de 65 millones de pistolas, fusiles y rifles de caza. Un derecho reconocido por la Constitución de EEUU en la Segunda Enmienda.
No hay datos fiables
La ausencia de unos datos fiables sobre la violencia en las escuelas ha quedado de manifiesto después de que una consultoría privada con base en Cleveland duplicará las cifras de muertes entre 1999 y el 2000.
Una parte de quienes analizan la violencia en las escuelas de EEUU, los políticos demócratas, mira de inmediato a las armas como responsable. La otra parte, los republicanos, culpan a la televisión y a los modelos violentos que propaga.
El joven de 18 años que disparó en la escuela Granite de El Cajón, California, intentaba recrear la matanza de Columbine y algo similar buscaba el muchacho de 15 años de la escuela Santana de Santee, apenas a seis kilómetros de distancia, que mató a dos personas e hirió a otras 15. Lejos de servir como freno por el horror que produjo, la tragedia de la escuela Columbine se ha convertido en un modelo que empieza a repetirse por todo los Estados Unidos.