Año 49.067
 Nº CXXXIV
Rosario,
domingo  25 de
marzo de 2001
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El regreso
Del trago amargo de López Murphy a la llegada del "huracán Mingo"
Una semana muy agitada. Cavallo habla de crecimiento pero empezó creando nuevos impuestos

José Calero

Ricardo López Murphy ya es historia. El "huracán Mingo" todo lo invade y parece estar en varias reuniones a la vez. Se sentó a hablar con el establishment nacional e internacional mientras algunos lo veían almorzando con empresarios. Suma apoyos desde los más diversos sectores. Viajó a Brasil a explicar cara a cara ante la administración de Fernando Cardoso por qué la Argentina necesita subir aranceles a productos de consumo, y ya logró que el Congreso le apruebe aspectos clave de una ley que le permitirá incrementar la recaudación impositiva. Todo sin mencionar la palabra "ajuste". Cavallo habla de "crecimiento".
En menos de siete días, Cavallo logró lo que el gobierno de Fernando de la Rúa no pudo en 15 meses: tomar la iniciativa en materia económica, y también política. Hace una semana que ocupa el Ministerio de Economía, y todavía ni siquiera designó a sus colaboradores, pero ya parece respirarse otro clima y la mayoría de los sectores empresarios menciona la palabra "esperanza". Todo eso aunque el desempleo siga por las nubes y la recesión vaya rumbo a los 34 meses de permanencia. ¿Qué pasó?
López Murphy duró menos de tres semanas en el cargo, pero sus medidas apenas dos días. Su perfil netamente fiscalista dejó al cerebro de la Fundación Fiel sin plafón político para semejante intentona que incluía un duro ataque a la educación. Ahora, el economista deberá estar protestando por lo bajo por haber rifado una gestión tranquila y prolija en el Ministerio de Defensa por un cargo en Economía que lo dejó como el malo de la película.
La historia económica la escribe ahora Cavallo, quien diez años después vuelve a emerger como "salvador" en medio de la una profunda crisis del aparato productivo, un fuerte deterioro social y un horizonte plagado de dudas para el país.

Una larga noche
Había pasado la medianoche del lunes último en Olivos y De la Rúa anunció, tras numerosos cabildeos, la decisión de confiar a Cavallo el manejo de la economía argentina. Enseguida, el nuevo funcionario apuntó donde debía y utilizó los micrófonos para ir al grano e interpelar a los legisladores: "Si aprueban un grupo de leyes simples, pero muy importantes, no se tocarán los presupuestos de educación ni de las provincias tabacaleras o de la Patagonia", prometió Cavallo, y de inmediato descomprimió el escenario político. Minutos antes había mantenido una durísima reunión con la plana mayor del radicalismo y del Frepaso, que casi termina abruptamente por dos motivos:
- Desde la UCR se le pidió mayor "respeto" al ahora ministro por un partido con la historia centenaria del radicalismo, cuando Cavallo advirtió que si le empezaban a poner trabas desde la propia Alianza se iría sin vacilar del gobierno. "Ustedes me llamaron", fue la lacónica respuesta el nuevo funcionario, y todos enmudecieron.
- Cavallo quería ocupar una Jefatura de Gabinete con muchos más poderes que la actual, y hacer y deshacer ministerios, pero finalmente debió conformarse con Economía y el renacido ministerio de Infraestructura (Carlos Bastos), además de colocar a Armando Caro Figueroa como número dos de Chrystian Colombo.
Cavallo privilegió entonces su ingreso al gobierno y la oportunidad de transformarse en el hombre que termine con la recesión y aumente el empleo, lo que le abriría un panorama político formidable de cara a las presidenciales del 2003.
Habían pasado apenas horas de su asunción en la Casa Rosada, cuando Cavallo reunió a sus principales colaboradores en un hotel de Buenos Aires y les pidió que lo acompañen "para no quedarse afuera del éxito de salir de la recesión". Estaban Horacio Liendo, Adolfo Sturzenegger, Carlos Bastos, Armando Caro Figueroa, Daniel Marx, Marcelo Regúnaga, Carlos Tombeur, Edmundo Soria y Walter Schultess, entre medio centenar de especialistas que conforman la maquinaria ejecutiva de las ideas que trae el flamante funcionario.
El "Cavallo motivador" comenzaba una titánica tarea que seguiría al día siguiente reuniéndose con once de los catorce gobernadores peronistas (faltaron Carlos Reutemann, el tucumano Julio Miranda, y el puntano Adolfo Rodríguez Saá) para arrancarles un apoyo condicionado a las medidas, que luego se tradujeron en instrucciones a los legisladores de cada provincia para apoyarlas, y en reuniones maratónicas con legisladores de todas las bancadas: "Me instalo en el Congreso para explicar lo que quiero hacer", había anticipado. Todo en apenas horas.

Lo que viene
El arranque de la gestión Cavallo fue, como se esperaba, a pura adrenalina. Si los cálculos no fallan, el primero de abril, cuando se cumplan diez años de la entrada en vigencia del plan de convertibilidad, Cavallo podrá poner en marcha el impuesto a los créditos y débitos bancarios, el tope de mil pesos para realizar operaciones en efectivo y la rehabilitación de cuentas corrientes cerradas, entre otras. Son los primeros diez de los trece artículos de la ley de competitividad.
La semana próxima, los diputados peronistas se comprometieron a dar quórum para tratar en el recinto otros tres artículos clave de esa iniciativa. Son los que delegan facultades legislativas por un año en el Poder Ejecutivo, lo que permitirá lanzar una profunda reforma del Estado, generalizar y bajar impuestos, y hasta modificar el código de comercio, la ley de contrato de Trabajo y hasta la de jubilaciones.
También podría disolver la Ansés o el Pami, o privatizar la DGI. Semejante delegación de poder, aunque sea por un año, parece no tener mucho futuro en el Parlamento. Sí podría aceptar parte de ese paquete, que es la aspiración de mínima de Cavallo.
Con esto, el "superministro" tendrá casi todas las herramientas que pidió para reactivar rápido la economía. La jugada es "todo o nada". Estilo Cavallo puro.



López Murphy le pasó la posta a Cavallo.
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