Dice que el mayor orgullo de su vida es sentir en la calle el saludo de jóvenes anónimos, quienes se despachan con un "¡fuerza Martín!". Toda una sorprendente revelación del reconocimiento popular. Las personas mayores, en cambio, lo paran para conversar a la voz de "general Balza", y muchas veces para pedirle información sobre los desaparecidos. Vivió el vigésimo quinto aniversario del trágico golpe militar en su departamento porteño de avenida Santa Fe, segundo piso, balcón a la calle, tratando de avanzar el libro autobiográfico que está preparando para editorial Planeta. Pero no pudo, y tampoco quiso, evitar que los ecos de la gigantesca movilización por el "Nunca Más" se filtraran por sus ventanas. Martín Balza, quien tiene como máximo tesoro estar limpio de cargos en los tiempos de la represión ilegal, espía con curiosidad y cierta admiración a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Pero no sale a la calle a manifestar del brazo de ellas, ya que sus convicciones no llegan a tanto y porque le implicaría un terremoto en la relación con sus pares. -Usted dijo que el mejor camino para solucionar el pasado es la verdad y la justicia. ¿Cree que hizo todo lo que está a su alcance para aportar datos en ese sentido? -Hice un pequeño aporte para avanzar, pero sería muy importante que los que concibieron el plan represivo y todos los delitos aberrantes que se cometieron den más información. Ellos la tienen, aunque dentro de la institución ya no queden pruebas documentales por la quema que ordenó (Cristino) Nicolaides (entonces comandante del Ejército) en noviembre del 83. Con medio siglo en la fuerza me ha tocado ser observador y protagonista, a pesar mío, de muchos hechos importantes y otros anecdóticos. Lo triste es que muchas veces los militares se creyeron que eran los salvadores de la patria. -¿Cuál es su visión del golpe, a 25 años? -Fue un golpe cívico-militar, como todos los que hubo en la historia argentina. Existe una franja civil en nuestro país con unas convicciones democráticas muy débiles. No hace falta nombrarlos. Siempre fueron fuerza de apoyo a los golpes porque nunca pudieron juntar los votos para llegar al poder. Estamos hablando de políticos, empresarios, periodistas, miembros de la Iglesia y también militares. El del 76 fue el más trágico por sus consecuencias, y completamente ilegítimo en cuanto a la represión que desató sobre los grupos subversivos. Hasta el 24 de marzo, el Ejército usaba la fuerza por facultades que le había otorgado el gobierno constitucional, después perdió esa legitimidad. -¿Cómo lo evaluaba en ese momento? -No estuve en el país desde fines del 75 hasta enero del 78. Pasé esos años en Perú, cursando estudios militares superiores. Vivía igualmente la situación del país. Pienso que nunca debió darse el golpe de Estado. Faltaban nueve meses para las elecciones y la crisis debió encausarse políticamente. El gobierno militar constituyó un Estado terrorista que secuestró, torturó, robó, asesinó e hizo desaparecer a miles de personas. La respuesta a la agresión de los grupos terroristas fue absolutamente injustificada. -¿Usted se pudo sustraer de la «guerra»? -En cuanto al concepto de "guerra", la junta militar durante los años de plomo prohibió usar esa palabra, porque al admitirla obligaba a darles a los grupos armados status de beligerantes. Luego, en el juicio, dijeron que había sido una guerra, pero en tal caso no respetaron ninguna de las leyes que la rigen, porque hay que recordar que la Argentina está plenamente adherida a la convención de Ginebra. -¿Haciendo esta caracterización del gobierno militar, no entró en crisis con la institución? -Con la institución no. El problema fueron lo hombres que la conducían. -¿Cómo ve hoy la autocrítica que hizo hace 6 años? ¿Cree que sus camaradas lo acompañaron es sus posiciones? -Cuando hice la autocrítica en el 95 interpreté el sentir de miles de oficiales y suboficiales. Nunca me sentí aislado por mis camaradas. Mi ideas eran las mayoritarias dentro de las Fuerzas Armadas, sobre todo de quienes estábamos en actividad. Si bien mis dichos tuvieron mayor repercusión, yo empecé a manifestar esta valoración desde el momento en que me hice cargo del Ejército, en noviembre del 91. Ocurrió que esas manifestaciones no tuvieron tanta prensa como en el 95. -Usted afirmó que el actual jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, está en esa línea de pensamiento. Sin embargo, él impulsó la presentación de los hábeas data y, además, es blanco de serias imputaciones en cuanto a su accionar como secretario del gobierno militar en Chaco, en el 76. -Hasta lo que yo sé, Brinzoni nunca expresó, al menos públicamente, una posición distinta a la mía. -Sin embargo, a usted lo expulsaron del Club Círculo Militar, dando una durísima señal política para con sus manifestaciones. -El Círculo Militar es un club, como Gimnasia y Esgrima, la Asociación Cristiana de Jóvenes o River, del que soy hincha, donde van camaradas. No tiene nada que ver con la institución Ejército. Sí es verdad que allí hubo unas 500 personas que rechazaron mi actitud, pero le aclaro que el club tiene 15 mil socios que no fueron consultados. La resolución de apartarme la tomó la comisión directiva, invocando una causa formal totalmente falsa. -Lo que confirma que la causa es política, y a propósito de la interpretación del pasado. -El presidente del Círculo, el general retirado Ramón Genaro Díaz Besone, tiene una posición muy distinta a la mía en cuanto al nefasto Proceso de Reorganización Nacional. El tuvo una participación importante.
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