| | Editorial Por un mejor nivel académico
| Pocos días antes de estallar la crisis política que derivó en las últimas transformaciones en el gabinete nacional, el ex ministro de Educación, Hugo Juri, anunció la puesta en marcha, por etapas y a fines de este ciclo lectivo, del examen final, previo a la obtención del título, para los 40.000 graduados que, anualmente, generan las universidades estatales y privadas. El resultado de la prueba no gravitará en la obtención del título ni en la habilitación profesional. Servirá sí para estudiar el rendimiento de las distintas casas de estudios superiores. Esto no sólo como consecuencia de la evaluación del egresado, sino porque éste deberá también completar una encuesta en torno de diversos tópicos que, en definitiva, hacen a la calidad académica y administrativa de la institución que eligió para capacitarse. La propuesta ministerial se basa en la exitosa experiencia que, desde hace cuatro años, lleva a cabo Brasil. Tan buenos resultados ha dado que la excelencia académica se ha visto notablemente favorecida como consecuencia de que ahora existe un ranking de eficiencia que fomenta la competencia. Algo que los futuros estudiantes consideraran en el momento de elegir el instituto en el que cursan sus carreras. Como era imaginable, la idea generó reparos en la enseñanza privada, que exige mayor claridad sobre sus alcances. Es que no son pocos los que creen entrever oculta en la iniciativa la intención de agredir a una actividad otrora objeto de ataques y cuestionamientos. Esbozada así la situación, corresponde señalar algunas precisiones, con el objeto de aportar al logro aquello que mejor convenga a los intereses generales de la sociedad. En tal sentido, cabe destacar como ampliamente necesaria la inmediata puesta en marcha del anuncio oficial. Anuncio que ya en el esbozo de sus lineamientos habla de la sana intención de proveer a una mayor calidad en la enseñanza superior. Nadie puede negar que precisamente hacia ese objetivo deben encaminarse los esfuerzos del país en la materia si es que, realmente, todos creen que no debe perderse el tren de la historia. Un tren que, montado sobre los rieles de la educación y el desarrollo científico, marcha a una velocidad cada vez mayor. Por otra parte, cabe reconocer que las reservas del sector educativo privado son razonables y no pueden ser ignoradas. En consecuencia, para otorgar mayor solidez y transparencia al proceso, así como viabilidad al futuro sistema, resulta imprescindible la activa participación de ese sector en el diseño y puesta en marcha de la propuesta. Propuesta que es de esperar que no caiga en el olvido como consecuencia de las recientes convulsiones del gabinete.
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