Año CXXXIV
 Nº 49.066
Rosario,
sábado  24 de
marzo de 2001
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Panorama
¿La última chance del gobierno?
El campo espera los anuncios de Cavallo y se sacude con los permanentes cambios de política

Susana Merlo

Es obvio que los sucesos ocurridos en el país durante los últimos días en los más altos rangos del gobierno dejaron relegados a un segundo plano de los problemas del sector agropecuario que, nuevamente, entró en un cierto compás de espera para que, tras definirse la totalidad de autoridades nacionales, se conozcan cuales serán las medidas que llevarán adelante y cuáles de las anteriores se revertirán o se ratificarán.
El tema no es menor si se considera que, prácticamente, hace más de 30 meses que el campo se sacude en idas y vueltas, sin rumbo fijo y con marchas y contramarchas que, en algunos casos, como el sanitario, fueron particularmente negativas.
Teniendo en cuenta que se trata de un sector cuyas inversiones y resultados son de mediano y largo plazo, la estabilidad y la previsibilidad de las reglas de juego económicas son indispensables para que la "máquina" se ponga en marcha.
Luego, naturalmente, la naturaleza de las decisiones adoptadas determinará si el ritmo será bajo, medio o de alta marcha, tal como ocurrió entre el 91 y el 96, cuando confluyeron factores internos y externos (altos precios agrícolas) para acelerar el crecimiento.
Para muchos, hoy es como "volver a empezar", pero tal vez con menos mística que en aquellos tempranos 90 cuando, por ejemplo, se emprendió con éxito la lucha contra la aftosa, que permitió que durante más de 6 años no se registraran focos de la enfermedad en el país. Hoy no es así, ni en este, ni en otros muchos sentidos.
Pero, especialmente en el campo, tampoco se puede parar. Es necesario seguir adelante y ahora las expectativas se centran en si las nuevas autoridades económicas apuntarán hacia las medidas que alienten a la producción como forma de recuperar tiempo en la atrasada reactivación que necesita el país con urgencia.
Algunos tienen muy pocas expectativas mientras que otros, por el contrario, sostienen que las últimas medidas realmente "activas" que se tomaron para el campo, vinieron justamente de la mano de Domingo Cavallo, que eliminó las retenciones, abrió la economía lo que permitió utilizar en el campo toda la batería tecnológica de primer nivel mundial, o desreguló el transporte, entre otras varias medidas que fueron de incidencia directa en las posibilidades de rentabilidad del campo.
Hoy la prioridad sigue siendo la misma. recuperar la rentabilidad y "competitividad", lo cual exige una reducción en los costos. Y esto incluye una amplia gama que abarca desde el dinero (el sistema financiero, incluyendo el oficial, sigue siendo terriblemente gravoso y complicado), el esquema tributario, las desregulaciones pendientes que todavía mantienen "mercados cautivos", las asimetrías según provincias e, incluso, hasta intendencias, y toda una amplia gama de asuntos, muchos de los cuales se solucionarían si hubiera, aunque sea, un mínimo plan estratégico para el sector, carencia que se verifica desde el 99 hasta la fecha.
Las primeras informaciones generales parecen apuntar en el buen sentido. De hecho, el propio Cavallo sostuvo que apunta a reducir un 20% los costos de producción, justamente para recuperar "competitividad". Sin embargo, parece haber relegado en parte la recaudación fiscal, donde hay irregularidades estimadas por 20 mil millones de dólares.
Si el déficit es de 10 mil millones, y el anterior ministro López Murphy realizó una compleja ingeniería para recuperar 3.000 millones, ¿no parece más lógico mejorar la recaudación, que comenzar por esquemas mucho más complejos?
Pero junto con todo esto, para el campo hoy es imprescindible que se de continuidad y un paraguas de aislamiento político que permita ejercer su función técnica con total asepsia al Senasa, ya que el problema de la aftosa no sólo está pegando también al sector agrícola con el cierre de una serie de mercados externos.
El tema es mucho más grave de lo que se suponía en un primer momento y, aunque se alertó sobre las consecuencias que podría tener el "blanqueo" de la situación, hubo muchos que hicieron de esto una casa de política partidaria, y otros de intereses personales, lo que, unido a la falta de reacción del organismo sanitario para poner en marcha rápidamente el plan de lucha, desembocaron enlo que hoy tenemos: una hecatombe sectorial de magnitud con derivaciones de los ganadero a lo agrícola, que no se sabe cuánto puede durar.
Lo que sí se puede descontar es que, con permanentes cambios cada semana o cada 15 días, en poco o nada se contribuirá para dar esa imagen de transparencia, seriedad y profesionalismo que hoy parecemos haber perdido frente a nuestros mercados internacionales. De lo contrario, no habrá plan económico ni presidente capaz de salvar al campo.


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