Año CXXXIV
 Nº 49.066
Rosario,
sábado  24 de
marzo de 2001
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La crisis por la Cotal puso en duda la capacidad de las empresas oferentes
El municipio no descarta dar marcha atrás con el nuevo sistema de transporte
Públicamente aún no lo admiten, pero se evalúa parar la licitación. Hoy por hoy la apuesta es al actual servicio

Carina Bazzoni Diego Veiga

El futuro del proceso licitatorio del nuevo sistema de colectivos es un enigma. Aunque no se reconozca públicamente, en lo más íntimo del gabinete de Hermes Binner nadie se atreve a hablar de plazos para su adjudicación, y ya no se descarta la posibilidad de dar marcha atrás. "Si no fuera así, el sistema ya se habría adjudicado o se habría anunciado una fecha para concretar este acto", reflexionó, entre dientes, una fuente muy cercana al proceso licitatorio. Es que el conflicto que se desató luego de la caducidad de la concesión de la Cotal dejó al desnudo una realidad tangible: los empresarios que no pudieron hacerse cargo de auxiliar ocho líneas son, paradójicamente, los mismos que están en carrera por el nuevo sistema, que les demandará nada menos que una inversión cercana a los 60 millones (20 millones por grupo).
Y esta es la mayor preocupación del nuevo secretario de Servicios Públicos municipal, Miguel Lifschitz, quien ayer al mediodía, horas antes de jurar su cargo, aseguró a La Capital que "nuestro problema es garantizar que, en el caso de que se adjudique el transporte a estos tres grupos empresarios, tengamos absoluta seguridad de que tengan la capacidad financiera suficiente para hacer las inversiones necesarias".
En tanto, los plazos se estiran y la transición se hace cada vez más traumática. Jornada a jornada el sistema se sigue desfinanciando y no faltan quienes auguran una caída en picada.
Por esto, los empresarios alzan sus voces pidiendo medidas que alivien la situación que atraviesan. Al punto de que, para ilustrar el problema, el titular de la empresa Las Delicias, Rubén Rodríguez, confesó que "hoy, administrando una concesión precaria, no puedo pedir un crédito en ningún lado. No sé si tengo más de diez días de vida", advirtió, y exigió "celeridad en la definición del nuevo sistema".
Es más, en tren de embalarse, Rodríguez pronosticó: "Si a mí me dan un contrato de concesión firmado por diez años, consigo un crédito enseguida y compro los colectivos cero kilómetro. Voy a tener que dar turnos a las concesionarias para que me vengan a ofrecer las unidades".
Pero el titular de la Cámara Empresaria del Transporte Urbano de Pasajeros (Cetup), Nelson Manenti, no comparte este entusiasmo. Para él, un contrato firmado no será suficiente para pedir créditos. Quizás esto tenga que ver con el hecho de que las deudas que estas empresas mantienen con distintos bancos están en situación 5, es decir, prácticamente incobrables.
Manenti necesita más si se quiere cristalizar el gran sueño de Binner de tener un nuevo sistema de transporte. "Si me piden inversión, con esta tarifa no puedo hacerla", aseguró. "Cada grupo tiene que invertir 20 millones. Si no aumentan el boleto es imposible que logre el respaldo para que me otorguen un crédito", concluyó.

Cambio de estrategia
Así, el precio del boleto volvió a ubicarse en el centro de la escena. De lograrse un aumento de 10 centavos, en un año ingresarían 96 millones de pesos extra al sistema. Oxígeno que permitiría avanzar hacia las redes troncales y los colectivos cero kilómetro.
Sin embargo, la posibilidad de rever la tarifa ahora parece lejana. "Estamos con un sistema que funciona muy mal y es muy difícil explicarle a la gente que con este sistema tiene que pagar más. Así, estamos de alguna manera en una situación muy complicada", admitió Lifschitz, dejando traslucir un cambio de estrategia en el Ejecutivo que hasta hace pocos días sostenía que la única salida era subir la tarifa.
En cambio, el flamante secretario de Servicios Públicos está estudiando otra batería de medidas que permitirían paliar la situación en el corto plazo y después avanzar en otros temas.
Si bien no reveló de qué medidas se trata, se sabe que la Municipalidad ya venía estudiando un paquete de acciones para financiar al sistema. Desde el cambio justo, pasando por la eliminación de la tasa de fiscalización, la reducción de las franquicias y una inyección de dinero a través de un subsidio o de un incremento en el pago del derecho de registro de inspección a grandes contribuyentes, todo podía entrar para superar la emergencia.
Se sabe también que Lifschitz ya avanzó en una serie de conversaciones con los concejales de la comisión de Transporte para lograr el consenso necesario que le permita implementar estas medidas.

Un futuro más que incierto
Lo cierto es que la prioridad es reordenar el transporte actual más que insistir con la implementación del nuevo. Esto está claro en el entorno de Binner y por esto agudizan su ingenio para buscar la forma de financiar el sistema y cubrir la diferencia entre el costo actual y el que demande el nuevo.
En el medio queda el costo político que tendría que pagar el intendente al asumir que uno de sus proyectos más ambiciosos se desmorona. Pero mucho peor sería adjudicar el sistema a un grupo empresario que no pudiera cumplir con el contrato.
Por lo pronto, el futuro de las redes troncales, centros de transferencia y coches articulados es todavía más que incierto.



Las autoridades saben que con el actual sistema es difícil un aumento de boleto.
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